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Paco, el señorito Paco, encuentra guapas a todas las mujeres, no se sabe si es un cachondo o un sentimental.
Camilo José Cela
No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, porque no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo.
La verdad es que las situaciones artificiales envejecen más bien deprisa.
La suerte es como las mujeres, que se entrega a quienes la persiguen y no a quien las ve pasar por la calle sin decirles ni una palabra.
Seguimos en las mismas inútiles resignaciones... Es grave confundir la anestesia con la esperanza...
Celestino se queda perplejo, sin saber qué hacer. Piensa romperle un sifón en la cabeza, por fresco, pero se acuerda: Entregarse a la ira ciega es señal de que se está cerca de la animalidad. Quita su libro de encima de los botellines y lo guarda en el cajón. Hay días en que se le vuelve a uno el santo de espaldas, en que hasta Nietzsche parece como pasarse a la acera contraria.
Yo creo que no hay tiempo para nada; yo creo que si el tiempo sobra es porque, como es tan poco, no sabemos que hacer con él.
La más noble función de un escritor es dar testimonio, como acta notarial y como fiel cronista, del tiempo que le ha tocado vivir.
Vivimos en la dictadura del funcionario, que no defiende la idea sino la nómina; lo que siempre da mayores arrestos.
La muerte es algo tan tremendamente airado, que sólo la desnudez, la elemental desnudez, puede escindirla del ridículo.
Las mujeres están para ser gustadas. Después, unas se dejan, otras no... Eso va ya por provincias.
Para el éxito sobra el talento; para la felicidad, ni basta.
Pensar en viejo me abruma y, sin embargo, pensar en joven, en sano y arrogante joven, me parece tan insípido...
Es mejor y más sano para el alma, se dijo hace ya tiempo, gastarse que enmohecerse.
Cuando el destino persigue a alguien, no se libra aunque se esconda debajo de las piedras.
La vida no es sólo el corazón que late. Es también el pensamiento flotando sobre el corazón que ha dejado de latir.
En ocasiones pienso que el premio de quienes escribimos duerme, tímido y virginal, en el confuso corazón del lector más lejano.
Lo malo de quienes se creen en posesión de la verdad es que cuando tienen que demostrarlo no aciertan ni una.
La lengua es la más eficaz de todas las armas.
El toreo es un arte misterioso, mitad vicio y mitad ballet. Es un mundo abigarrado, caricaturesco, vivísimo y entrañable el que vivimos los que, un día soñamos con ser toreros.
Si la Virgen de Covadonga es pequeñina y galana, ¡QUE SE JODA!
La castidad enmohece.
El café, antes de media hora, quedará vacío. Igual que un hombre al que se le hubiera borrado de repente la memoria.
En el servicio aprendió a leer, a escribir y a sumar, y perdió la inocencia. Abrió la tahona, se casó, tuvo doce hijos, compró un calendario y se sentó a ver pasar el tiempo. Los patriarcas antiguos debieron ser bastante parecidos al señor Ramón.
No usemos la lengua para la guerra, y menos para la guerra de las lenguas, sino para la paz, y sobre todo para la paz entre las lenguas. De la defensa de la lengua, de todas las lenguas, sale su fortaleza, y en su cultivo literario y siempre progresivo se fundamenta su auge y su elástica y elegante vigencia.
No hay fórmula más eficaz para que una idea germine, que la de bañarla en sangre o cerrarla bajo siete llaves.
Cuando las deudas no se pagan porque no se puede, lo mejor es no hablar de ellas y barajar.
Pido a nuestros gobiernos un poco de dinero para esta noble causa: la de la defensa de nuestra herramienta de comunicación. La lengua es la más eficaz de todas las armas, ya quedó dicho, y la más rentable de todas las inversiones: nunca es tarde para que empecemos a poner nuestros ahorros al servicio de los futuros beneficios que serán de todos y que servirán para todos.
-¡Felíz tú! Yo creo que no hay tiempo para nada; yo creo que si el tiempo sobra es porque, como es tan poco, no sabemos que hacer con él. Nati frunció graciosamente la nariz. -¡Ay, Marco, hijo! ¡No empieces a colarme frases profundas! Martín se rió.
Misterio de los afectos, que se nos van cuando más falta nos hacen.
La compasión viene a ser el antídoto del suicidio, por ser un sentimiento que proporciona placer y que nos suministra, en pequeñas dosis, el goce de la superioridad.
A mí me ganaba por la palabra, pero si hubiéramos acabado por llegar a las manos le juro a usted por mis muertos que lo mataba antes de que me tocase un pelo. Yo me quise enfriar porque me conocía la carácter y porque de hombre a hombre no está bien reñir con una escopeta en la mano cuando el otro no la tiene.
¿Para qué es oro el tiempo más que para verlo pasar acariciándolo?
Hay mucha diferencia entre adornarse las carnes con arrebol y colonia, y hacerlo con tatuajes que después nadie ha de borrar ya.
Si el escritor no se siente capaz de dejarse morir de hambre, debe cambiar de oficio. La verdad del escritor no coincide con la verdad de quienes reparten el oro.
Hay verdades que se sienten dentro del cuerpo, como el hambre o las ganas de orinar.
La muerte llama, uno a uno, a todos los hombres y a las mujeres todas, sin olvidarse de uno solo -¡Dios, qué fatal memoria!-, y los que por ahora vamos librando, saltando de bache en bache como mariposas o gacelas, jamás llegamos a creer que fuera con nosotros, algún día, su cruel designio.
La polisemia de nación lleva lastrando la capacidad de ponerse de acuerdo acerca del futuro del reino de España desde el momento mismo en que se aprobó la Constitución de 1978.
La libertad es una sensación. A veces puede alcanzarse encerrado en una jaula, como un pájaro.
Mienten los que quieren disfrazar la vida con la máscara loca de la literatura.