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El trabajo ayuda siempre, puesto que trabajar no es realizar lo que uno imaginaba, sino descubrir lo que uno tiene dentro.
Borís Pasternak
Es maravilloso estar vivo, aunque siempre duela.
Se ha de fijar en la memoria el bombardeo. Aquellos días en cuenta se tendrán en que, como en Belén, el nuevo Herodes, dio rienda suelta a su maldad. Desaparecerán los testigos del pasado y un siglo mejor vendrá. Mas el martirio de los niños mutilados jamás se olvidará.
Otros siguiendo tus huellas, frescas recorrerán tu camino palmo a palmo, pero tú mismo no debes distinguir la derrota de la victoria no debes renunciar ni a una brizna de ti mismo. Tú debes estar vivo. Solamente vivir hasta el final.
Leí a Tiutschev, y, por primera vez en mi vida, escribí versos, ya no en forma esporádica sino a menudo y sistemáticamente, tal como se pinta o se compone música. Fue en la espesura de ese árbol donde, durante los dos o tres meses de verano, escribí los versos de mi primer libro.
Pero el sentimiento de la justicia, la modestia, el agradecimiento, no tenían lugar en la juventud de tendencias artísticas izquierdistas: eran considerados signos de sentimentalismo y de falta de vitalidad. Había que darse aires, pavonearse, aparentar y, aunque esto era repugnante, yo seguí la corriente, a pesar de mí mismo, para hacer lo que todo el mundo.
Alrededor todo cambiará. Se construirá otra vez la capital. Pero el pavor de los niños que fueron despertados jamás se ha de perdonar.
En la vida es más importante perder que ganar. La simiente no germina si no muere. Hay que vivir sin dejarse llevar, mirar hacia adelante y alimentarse de aquellas provisiones vivas que tanto el olvido como el recuerdo elaboran.
Salí a la plaza. Podrían decir que nacía por segunda vez. La más pequeña bagatela vivía, y sin prestarme ninguna atención crecía en su importancia de despedida.
¡A veces! A veces, como un buque aprisionado a las amarras, que se arranca milagrosamente del ancla hacia la tempestad.
Presiento que tras de las tormentas, el año que no ha llegado aún, tomará mi destrozado yo y lo llenará de nuevas enseñanzas.
A veces amar es una pesada cruz, pero tú eres tan simplemente bella... El secreto de tu gracia es igual a la clave del enigma de la vida.
Pero todos sufrieron de un modo indescriptible, sufrieron hasta ese grado en que la angustia se trasforma en enfermedad mental.
Hay que vivir sin imposturas, vivir de modo que con el tiempo nos lleguemos a ganar el amor del espacio, y oigamos la voz del futuro.
Los jardines, estanques y vallas, todo el gran Universo de gritos de albura, no son otra cosa que descargas de la pasión acumulada por el humano corazón.
Aquel día te llevé toda conmigo, de tus peinetas a tus pies; te sabía de memoria, y te repasaba vagando por la ciudad, como un trágico de provincia repasa un drama de Shakespeare.
No amar es casi un homicidio y no tendría fuerzas para inferir tal golpe a nadie.
Nada importa que el viento, que azota el arbusto, esa gota torture y aplaste. Queda entera, no rompe, y quedan dos más que se besan y beben.
Todo el mal reside en el hecho de que yo te quiero y tú no me quieres. Me esfuerzo por encontrar el significado de esta condena, de interpretarla y justificarla.
Y estaba ante un joven bien parecido, de aspecto sombrío y voz de bajo profundo, puños de boxeador, un espíritu inagotable y mortífero, alguien intermedio entre un héroe mítico de Alejandro Grin y un torero español.
En primavera se oye el susurro de los sueños y el suave rumor de realidades y falsías. Tú eres de la misma especie. Tú eres indiferente como el aire.
¿Qué es la historia? Es la puesta en obra de trabajos destinados a elucidar progresivamente el misterio de la muerte y a vencerla un día.
Lloraré mis lágrimas en algo que sea digno de ti, algo que quede, celebrando tu recuerdo en una composición que sea toda ternura, tan triste que oprima el corazón.
Amo mi vida y estoy contento con ella. No necesito que se le aplique una capa de dorado. Yo no concibo una vida sin secretos y sin purificaciones, una vida brillantemente reflejada en el espejo de un escaparate de exposición.
No importa que yo muera. No morirá el impulso. Tú marcaste el sendero, alado corcel mío, y así será más fácil a mi hermano, seguir hacia adelante, por mis huellas, una vez.
El hombre ha nacido para vivir y no para prepararse para vivir.
Como una flecha vuela el corcel de mis ensueños. Lúgubre, un cuervo grazna por detrás. ¡Adelante, mi corcel, no pienses nada! ¡Adelante! ¡Dispersa al viento todas tus ideas!
Explícame qué cosa es el pecado, la muerte y el infierno, azufre y llama, cuando bajo los ojos de la gente en mi angustia, no me he unido a ti como el retoño se une al tronco.
No volveremos a vernos nunca, nunca más. Ahora acabo de escribir estas palabras, pero ¿te das cuenta de su significado? ¿Comprendes, comprendes? Me dan prisa y es como si me dijeran que han venido para conducirme al patíbulo.
Escribir estos versos, cubrirlos de tachaduras y reescribirlos, era una necesidad profunda de mi ser y me provocaba un placer incomparable que llegaba a las lágrimas.
La totalidad de la vida es simbólica porque todo en ella tiene significado.
No me gusta la gente que nunca ha tropezado ni caído. Su virtud es sin vida, y no vale mucho. La vida no les ha revelado su belleza.
Me estremecía. Me encendía y me apagaba. Temblaba... Propuse matrimonio, demasiado tarde; fui tímido, y me negaron. Cómo me duelen sus lágrimas ¡Me siento feliz como un santo!
Por el contrario, mi preocupación constante era el contenido, mi sueño constante era que el poema contuviera algo, un pensamiento nuevo o un cuadro nuevo; que fuera traspasado al libro con todas sus particularidades, que hablara, al correr de las páginas, con su silencio y con todos los colores de sus letras negras e incoloras.
Con tu belleza matadora, cien veces bella, más y más, tú siempre, siempre, a todas horas, de frialdad fundida estás.