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¿Después de todo qué es el hombre en la naturaleza? nada en relación con la infinidad, todo en relación a la nada. Un punto central entre la nada y el todo e infinitamente lejos de entender la diferencia entre estas dos posturas.
Blaise Pascal
La fe cristiana tiende, ante todo, a establecer estos dos principios: el de la corrupción de la naturaleza y el de la redención de Jesucristo.
Sólo conviene la mediocridad. Esto lo ha establecido la pluralidad, y muerde a cualquiera que se escapa de ella por alguna parte.
El rey está rodeado de gentes que no piensan sino en divertirlo y en impedir que piense en sí mismo. Porque, por muy rey que sea, es desgraciado si piensa en ello.
Es más hermoso saber algo de todo que saber todo de una cosa; esta universalidad es más bella. Si se pudiera tener las dos, mucho mejor; pero es preciso elegir.
Los hábitos son una segunda naturaleza que destruyen a la primera.
No poseemos la verdad ni el bien nada más que en parte y mezclados con la falsedad y con el mal.
En el corazón de todo hombre existe un vacío que tiene la forma de Dios. Este vacío no puede ser llenado por ninguna cosa creada. Él puede ser llenado únicamente por Dios, hecho conocido mediante Cristo Jesús.
Si todos los hombres supiesen lo que hablan los unos de los otros, no habría cuatro amigos en el mundo.
Somos tan desdichados que no podemos encontrar placer en algo sino con la condición de enfadarnos si no tiene éxito.
El tiempo amortigua las pesadumbres y las desavenencias, porque en él cambiamos, y nos convertimos, en cierto modo, en otras personas.
El hombre está llena de necesidades; y no ama sino a aquellos que pueden satisfacerlas todas.
La principal enfermedad del hombre es la curiosidad inquieta de lo que no puede conocer.
Sólo se es verdaderamente feliz cuando se sueña con la felicidad.
Ridiculizar la filosofía es ser un verdadero filósofo.
La desgracia del género humano consiste en que el hombre es incapaz de quedarse quieto en una habitación.
El espíritu y el sentimiento se forman con la conversación.
Entre nosotros y el cielo, o el infierno o la nada, no hay por medio otra cosa que la vida, que es de cuantas existen en el mundo, la más frágil de todas.
¿Quién se siente desgraciado por no ser rey, sino un rey destronado?
Poco basta para consolarnos, porque poco es lo que basta para afligirnos.
Evidentemente, el hombre ha sido creado para pensar; toda su dignidad, todo su mérito ahí estriba; y su deber es pensar como debe.
Todos los hombres consideran la felicidad como su objetivo: no hay ninguna excepción. Por diferentes que sean los medios que empleen, todos tienden al mismo fin.
Moriremos solos.
No lo buscarías si no lo hubieras ya encontrado.
Si el hombre comenzara por estudiarse a sí mismo, comprobaría cuán incapaz es de comprender otras cosas.
La contradicción no es una señal de falsedad, ni la carencia de contradicción una señal de verdad.
La reina del mundo es la fuerza y no la opinión; pero es la opinión quien usa de la fuerza.
Saber más que los otros es fácil... Lo difícil es saber algo mejor que los otros.
Las gentes vulgares no encuentran diferencia entre los hombres.
El hombre tiene ilusiones como el pájaro alas. Eso es lo que lo sostiene.
Es igualmente peligroso para el hombre pretender conocer a Dios sin tener conocimiento de la propia miseria, como tener conocimiento de su miserable estado y no conocer al Redentor que puede sanarlo.
Todas las cosas ocultan algún misterio; todas las cosas son velos que ocultan a Dios.
Estando siempre dispuestos a ser felices, es inevitable no serlo alguna vez.
No es bueno ser demasiado libre. No es bueno tener todo lo que uno quiere.
El demonio está sobre la lengua del que murmura.
Ni la contradicción es indicio de falsedad, ni la falta de contradicción es indicio de verdad.
Hombre decidor, indicio de mala sangre.
La elocuencia es una pintura del pensamiento, y por esto los que después de haber pintado añaden algo más, hacen un cuadro en lugar de un retrato.
He redactado esta carta más extensa de lo usual porque carezco de tiempo para escribirla más breve.
He descubierto que todo el malestar de los hombres deriva de una sola cosa: no saber permanecer en reposo en una habitación.