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Existen más libros sobre Marilyn Monroe que sobre la Segunda Guerra Mundial. Hay una cierta semejanza entre las dos: era el infierno, pero valía la pena.
Billy Wilder
Recuerda que eres tan bueno como lo mejor que hayas hecho en tu vida.
Trabajar en el cine era vergonzoso, era lo más despreciable. Gracias a Dios se inventó la televisión.
Normalmente, cuando te encuentras con una persona que parece insignificante y que no llama la atención se dice: detrás de esa fachada, hay más de lo que parece. En mi caso sucede lo contrario: detrás de mi apariencia hay menos de lo que parece.
He vivido la época en que se temió que el cine se viera desplazado por la novedad de la televisión. Pero no he compartido ese miedo porque sé que la radio y los discos no pueden destruir la ópera. La televisión no ha podido acabar con el cine porque la gente quiere estar allí, quieren ser los primeros, quieren oír las risas de otras personas.
Para hacer una película hay una sóla regla: sólo hay que hacer aquello que sea de utilidad a la película.
Me aburro si hago siempre lo mismo. Admiro a Hitchcock; pero no podría trabajar como él, porque siempre hacía la misma película.
Si quieres decirle a la gente la verdad, sé divertido o te matarán.
Escribir un guión no es esperar a que llegue la musa y te bese en la frente; es un trabajo muy duro. He hecho ambos trabajos, y sé que dirigir es un placer y escribir un guión es un rollo.
Dicen que no encajo en este mundo. Francamente, considero esos comentarios un halago. ¿Quién diablos quiere encajar en estos tiempos?
Confiá en tu propio instinto. Los errores bien pueden ser tuyos en lugar de los de alguien más.
Me gustaría morir a los 104 años, completamente sano, asesinado por un marido que me acabara de pillar, in fraganti, con su joven esposa.
Cuando rodé con Marilyn Monroe la escena de la boca de ventilación del metro tenía la atención del mundo. Se reunieron veinte mil personas, hubo caos de circulación y una crisis matrimonial entre Joe DiMaggio y Marilyn. Reconozco que yo también me habría puesto nervioso si veinte mil personas hubieran estado observando una sola cosa: cómo mi mujer se levantaba las faldas por encima de la cabeza.
Tengo 10 mandamientos. Los nueve primeros dicen: ¡no debes aburrir! El décimo dice: tienes que tener derecho al montaje final de la película.
Pienso rodar algunas escenas fuera de foco... Quiero ganarme el Oscar a la mejor película extranjera.
Algunas personas sólo guiñan los ojos para poder apuntar mejor.
Nunca me retiraré. Tendrán que quitarme la cámara para que deje de hacer películas. Moriré haciendo películas.
Todos los días miro los obituarios de los periódicos y me fijo sobre todo en la edad del muerto. La mayoría es más joven que yo. Me asusto y pienso: a lo mejor se han olvidado de mí.
No es verdad que todos mis colaboradores forzosamente acaben dándose a la bebida. Algunos también se suicidan. ¡Yo no tengo infartos, los provoco!
Marilyn era un absoluto genio como actriz cómica, con un sentido extraordinario para los diálogos cómicos. Tenía ese don. Nunca después he vuelto a encontrar una actriz así.
Un flirteo es un romance a ritmo acelerado. Un romance es un flirteo a ritmo lento.
La televisión es lo más maravilloso que podía habernos sucedido. Siempre hemos sido lo más bajo de lo bajo, pero ahora han inventado algo a lo que podemos mirar desde arriba.
No tengo tiempo para considerarme un inmortal del arte. Hago películas sólo para entretener a la gente y las hago tan honradamente como puedo.
Un director tiene que ser policía, comadrona, psicoanalista, adulador y bastardo.
Lo más importante es tener un buen guión. Los cineastas no son alquimistas. No se pueden convertir los excrementos de gallina en chocolate.
Sobre la impuntualidad de Marilyn debo decir que tengo una vieja tía en Viena que estaría en el plató cada mañana a las seis y sería capaz de recitar los diálogos incluso al revés. Pero, ¿quién querría verla?
Un húngaro es alguien que entra contigo en una puerta giratoria y sale antes que tú.
Hay algo sorprendente: cuando reflexiono sobre todas mis películas, me llama la atención que, en las épocas en que estuve deprimido hice comedias. Y cuando me sentía feliz, rodé temas más bien trágicos. Quizás intente inconscientemente compensar cada uno de mis estados de ánimo.
Tenés que tener un sueño, así a la mañana podés levantarte.
Si el cine consigue que un individuo olvide por dos segundos que ha aparcado mal el coche, no ha pagado la factura del gas o ha tenido una discusión con su jefe, entonces el Cine ha alcanzado su objetivo.
He hecho películas que a mí me hubiera gustado ver. Y yo sólo quiero ver películas que me entretengan.
Es aburrido ver a alguien entrar en una casa por la puerta. Es mucho más interesante cuando alguien entra por la ventana.
No voy a la iglesia. Arrodillarme me hace bolsas en los pantalones.
Marilyn Monroe era de carne, y se fotografiaba de carne. Tenías la impresión de que bastaba con alargar la mano para poder tocarla.
Al público no hay que dárselo todo masticado, como si fuera tonto. A diferencia de otros directores que dicen que dos y dos son cuatro, Lubitsch dice dos y dos... Y eso es todo. El público saca sus propias conclusiones.
El mejor director es el que no puedes ver.
Una vez me preguntaron: ¿Es importante que un director sepa escribir? Y yo respondí: no, pero sí es útil que sepa leer.
Lo único que me partiría el corazón sería que me quitaran la cámara y no me dejaran volver a hacer películas.
Cuarenta y cinco años masturbándome, y sigo sin tener fuerza en la mano.
Si te sientes realmente feliz, deberías escribir una tragedia; si te sientes verdaderamente desgraciado, deberías escribir una comedia.