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No cambies la salud por la riqueza, ni la libertad por el poder.
Benjamin Franklin
Las riquezas son solamente ventajosas por el uso que se hace de ellas.
Leyes demasiado suaves nunca se obedecen; demasiado severas, nunca se ejecutan.
¡Arriba, haragán! ¡No desperdicies la vida! Ya dormirás bastante en la sepultura.
No malgastes tu tiempo, pues de esa materia está formada la vida.
Las puertas de la sabiduría nunca están cerradas.
Es más costoso alimentar un vicio que criar dos hijos.
Si quieres saber el valor del dinero, trata de conseguirlo prestado.
Un buen marido vale más que dos buenas esposas, pues las cosas que más escasean son las más apreciadas.
En su propio país un genio es como el oro oculto en mina.
El mejor médico es el que conoce la inutilidad de la mayor parte de las medicinas.
La oxidación por falta de uso gasta mucho más las herramientas que el propio trabajo.
Si el hombre alcanzara la mitad de los deseos que tiene, redoblaría sus inquietudes.
Él no es poseído por la riqueza, el la posee.
Nueve hombres de cada diez son suicidas.
La llave que se usa constantemente reluce como plata: no usándola se llena de herrumbre. Los mismo pasa con el entendimiento.
Incluso la paz se puede comprar a un precio demasiado alto.
La felicidad no se produce por grandes golpes de fortuna, que ocurren raras veces, sino por pequeñas ventajas que ocurren todos los días.
Los hombres son criaturas muy raras: la mitad censura lo que ellos practican, la otra mitad practica lo que ellos censuran; el resto siempre dice y hace lo que debe.
Muchos emplean la mitad de su vida en hacer miserable la otra mitad.
No os incomodéis por pequeñeces, ni por ocurrencias ordinarias o evitables.
Es mejor acostarse sin cenar, que levantarse con deudas.
La peor decisión es la indecisión.
Estará más dispuesto a hacerte un nuevo favor aquel que ya antes te hizo otro, que no aquel a quien tú se lo has hecho.
Abreviar la cena: prolongar la vida.
Si el tiempo es lo más caro, la pérdida de tiempo es el mayor de los derroches.
Sólo el hombre íntegro es capaz de confesar sus faltas y de reconocer sus errores.
Los locos dan festines y los cuerdos son los convidados.
La paz y la armonía constituyen la mayor riqueza de la familia.
Cada producción de un genio constituye el producto de su entusiasmo.
El desorden almuerza con la abundancia, como la pobreza cena con la miseria y se acuesta con la muerte.
Al jugar al ajedrez entonces, podemos aprender: Primero, previsión... Segundo, prudencia... Tercero, cautela... Y al final, aprendemos del ajedrez el hábito de no ser desanimados por apariencias malas presentes en el estado de nuestros asuntos, el hábito de la esperanza por una oportunidad favorable y la perseveración de los secretos de los recursos.
Maravillosa corriente la del rio del Tiempo, cuando fluye a través del reino delas lágrimas, y con un ritmo uniforme, con una cadencia musical, con un amplio curso y un solemne oleaje se confunde con el océano de los siglos.
Es contrario a las buenas costumbres hacer callar a un necio, pero es una crueldad dejarlo seguir hablando.
Si haces lo que no debes, deberás sufrir lo que no mereces.
La ociosidad, como el moho, desgasta mucho más rápidamente que el trabajo.
La indolencia, como la herrumbre, descansa más aprisa que el trabajo.
La ganancia puede ser temporal e incierta, pero mientras vivimos los gastos son siempre constantes y ciertos.
Amo la casa en la cual no veo nada superfluo y encuentro todo lo necesario.
El hombre es a veces más generoso cuando tiene poco dinero que cuando tiene mucho, quizá por temor a descubrir su escasa fortuna.