Imágenes
Los niños reciben instrucción en edificios no sólo fríos desde el punto de vista físico sino, lo que es más importante, desde el punto de vista moral. Yo me proponía al presentar mi iniciativa a consideración del Consejo, abrir un horizonte nuevo al niño ¿Qué mejor vehículo, para su imaginación e inteligencia, que rodearlo de un ambiente artístico?
Benito Quinquela Martín
Mi pulso es enérgico y necesito un instrumento de fuerte temple. Hago rebajar una cuchara de albañil y me presta excelente servicio. Esta espátula da en un mismo golpe, según la presión, gamas colorística que no se obtienen con el pincel. Permite pocos retoques, yo trabajo muy rápido, empiezo muy temprano y sigo trabajando hasta terminar la obra.
Cuando tenía diecisiete años concurrí una temporadita a una de esas academias de barrio que enseñan baile, música, corte y confección y qué sé yo cuántas cosas más. Allí había un profesor de dibujo que me dio algunas lecciones. Esa fue mi única cultura académica. Todo lo demás lo he aprendido solo, venciendo las mayores dificultades, en medio de circunstancias terribles...
Sólo podía comunicar mi inquietud a la tela. Y por eso la volcaba íntegra en ella. ¡La tela que muchas veces no era más que una vieja tapa de cartón!
La compra la hice con el dinero que gané en España, aquella casa era un regalo que España me había hecho a mí y que yo transferí a mis viejos. Desde entonces, pude decir con todo fundamento, que nuestra casa era en verdad la Casa de España.
Yo soy un pintor de barcos. Las mujeres para mí son tan importantes como los barcos. Y éste es el mejor elogio que puede hacerles un pintor del puerto. Yo las admiro tanto como las adoro, pero no me atrevo a pintarlas.
Y cada vez que partí llevé conmigo la imagen de mí barrio, que fui mostrando y dejando en las ciudades del mundo. Fue así como un viajero que viajaba con su barrio a cuestas. O como esos árboles trasplantados que sólo dan fruto si llevan adheridas a sus raíces la tierra en que nacieron y crecieron.
Hubo una época primera, muy corta de tanteos, en la que ensayé todo, acuarela, pastel, óleo, y busqué distintos temas, hice desde ratones hasta paisajes, cabezas de mis compañeros del puerto y desnudos, hasta que al fin encontré mi mundo.
El color nace con uno, es instintivo, elegí el color para las flores y el paisaje, para mis barcos y mis cielos, para este riachuelo que prolonga mi vida hacia un río de cambiantes tonos. El color nunca muere, y yo entre colores seguiré viviendo, iré prendido a los colores hasta después de muerto.
Cada artista debe consagrarse a lo suyo: lo esencial no es renovar los temas sino renovarse uno mismo, dentro de los temas crear nuevos mundos sin salir de ellos.
La Boca es mi taller, mi refugio y mi modelo. Todo lo que hice y todo lo que conseguí es un premio a la fidelidad. En mi vida y en mi arte permanecí siempre fiel a mi gente, a mi puerto y a mi barrio.
El color no tiene fin. Cada color expresa un momento, una emoción y como yo quiero rendir homenaje a los colores aún después de muerto, pinté yo mismo mi ataúd con los colores argentinos por dentro, y por fuera con los siete del arco iris.
Tardo mucho más para concebir una obra que para realizarla... En realidad, ya la tengo adentro al empuñar los pinceles, y tal vez por eso ejecuto tan rápidamente...
El arte, para mí, es un incontenible impulso interior que desaparece o se debilita cuando ando lejos de mis pagos...
Cuanto hice y cuanto conseguí, a mi barrio se lo debo. De ahí el impulso irrefrenable que inspiró mis fundaciones, todas ellas afincadas en La Boca. Por eso mis donaciones no las considero tales, sino como devoluciones. Le devolví a mi barrio buena parte de lo que él me hizo ganar con mi arte. Los dos los siento como fundidos dentro y fuera de mí mismo.
Cuando empecé a pintar barcos noté que lo hacía con fluidez y alegría, me había encontrado.
El puerto de La Boca es mi gran tema, el que concuerda más con mi sensibilidad y no saldré de él. Cada artista debe consagrarse a lo suyo: lo esencial no es renovar los temas sino renovarse uno mismo, dentro de los temas crear nuevos mundos sin salir de ellos. Espero haberlo conseguido, porque he puesto mi alma en lograrlo.
Créame que estoy agradecido por los sufrimientos que me deparó la suerte. Es lo que muchos no pueden comprender. Nada contribuyó tanto a hacerme artista, a permitirme imponer mi personalidad, a sustraerla de todos los desvíos capaces de debilitarla...
Yo sólo pinto en mi país y dentro de mi país en mi barrio, La Boca y su puerto.
¿Ve usted aquellos hombres que descargan carbón? Yo también lo hice. Yo también descargué carbón de los barcos anclados en La Boca. Mis hombros saben cómo los encorva aquella faena prolongada bajo un sol calcinante. Eso era trabajar para poder trabajar más; me empleaba como descargador una semana para poder pintar la semana subsiguiente.
Desde muy chico garabateaba papel... Es una cosa que ha nacido conmigo, que me parece, por lo menos, que he venido haciendo toda la vida.
Considero que el barco tiene tres momentos: el nacimiento en el astillero, la vida activa en las aguas y la muerte en el cementerio de barcos. Como los seres humanos los barcos pasan por tres etapas esplendor, reparación y cementerio.
Lo subjetivo y lo objetivo se complementan en el acto de la creación.
La felicidad no consiste en poseer sino en dar y yo me siento feliz cuando veo que otros lo son por mi esfuerzo.