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... Esdras vemos que éste se esmeró no sólo en investigar la ley de Dios, sino también en embellecerla;...
Baruch Spinoza
¿Quién puede aceptar algo con la mente, si protesta la razón?
Fuera de Dios no existe absolutamente nada y que él es una causa inmanente.
... el arca de la alianza, en las grandes batallas de cuyo resultado dependía la victoria o la ruina de todo el pueblo, iba en medio del ejército, para que el pueblo, viendo presente, por así decirlo, a su rey, combatiera con todas sus fuerzas.
Solamente es libre lo que existe por las necesidades de su propia naturaleza, y es influenciado en sus acciones sólo por sí mismo.
... todos aquellos cuya genealogía no se remontaba a Aarón eran tenidos por profanos.
Moisés ordenó que todos los comprendidos entre los veinte y los sesenta años de edad tomasen las armas para el servicio militar y que sólo del pueblo se formaran los ejércitos. Éstos no juraban por el jefe del ejército ni por el sumo pontífice, sino por la religión o por Dios;...
No podemos estar ciertos de esa tradición ni de la autoridad del pontífice, tampoco podemos fundar nada seguro sobre ellas.
Pero, amigo mío, ¿podría la justicia dejar de ser justa? En absoluto, ya que entonces no podría haber justicia alguna.
... el derecho de interpretar las leyes y de comunicar las respuestas de Dios estaba en poder de uno, mientras que el derecho y el poder de gobernar el Estado según las leyes ya explicadas, y las respuestas ya comunicadas estaban en manos de otro.
Acabamos de ver que los atributos (o, como otros los llaman, sustancias) son cosas o, hablando con más propiedad, un ser que existe por sí mismo y que, por tanto, se da a conocer a sí mismo y se demuestra por sí mismo.
El deseo es la verdadera esencia del hombre.
El verdadero fin del Estado es, pues, la libertad.
Todo cuanto deseamos honestamente se reduce a estos tres objetos principales, a saber, entender las cosas por sus primeras causas, dominar las pasiones o adquirir el hábito de la virtud y, finalmente, vivir en seguridad y con un cuerpo sano.
Esclavo es quien está obligado a obedecer las órdenes del señor, que sólo buscan la utilidad del que manda.
Ahora bien, el gran secreto del régimen monárquico y su máximo interés en mantener engañados a los hombres y en disfrazar, bajo el especioso nombre de religión, el miedo con el que se los quiere controlar, a fin de que luchen por su esclavitud, como si tratara de su salvación, y no consideren una ignominia, sino el máximo honor, dar su sangre y su alma para orgullo de un solo hombre.
La causa que hace surgir, que conserva y que fomenta la superstición es, pues, el miedo.
Nosotros no podemos demostrar por la razón si es verdadero o falso el fundamento de la teología.
Por otra parte, sí no queremos confundir las enseñanzas eternas con aquellas que sóplo podían ser útiles por algún tiempo o para unos pocos, conviene saber también en que ocasión, en qué época y para qué nación o qué siglo fueron escritos todos esos documentos.
... en el Estado democrático, dónde todos deciden, de común acuerdo, vivir solamente según el dictamen de la razón.
Filipo estuvo más seguro en el campo de batalla que en el teatro, evitó muchas veces caer en manos de sus enemigos, pero no pudo evitar caer en manos de los suyos.
Los hebreos creían que el corazón era la sede del alma y del entendimiento.
Aquello que es causa de sí mismo es imposible que se haya limitado a sí mismo.
Sin la ayuda mutua, los hombres viven necesariamente en la miseria y sin poder cultivar la razón.
Nadie, en efecto, podrá jamás transferir a otro su poder ni, por tanto, su derecho, hasta el punto de dejar de ser hombre.
... si quienes detentan el derecho estatal quieren ir a donde les plazca, tanto si tienen el derecho sobre las cosas sagradas como si no lo tienen, todas las cosas, lo mismo sagradas que profanas, irán a la ruina.
Dios no tiene derecha ni izquierda, ni se mueve ni está parado, ni se halla en un lugar, sino que es absolutamente infinito y contiene en sí todas las perfecciones.
Consideramos imposible que Dios haya podido darse a conocer a los hombres por medio de algún signo externo.
Quinto Curcio ha señalado con acierto, no hay medio más eficaz para gobernar a la masa que la superstición.
El amor hacia una cosa eterna e infinita alimenta el alma con una alegría pura y exenta de toda tristeza.
Por otra parte, ya hemos establecido, como haremos de nuevo más adelante, que fuera de Dios no existe absolutamente nada y que él es una causa inmanente.
... cada uno individualmente leyera y releyera de continuo y con suma atención el Libro de la ley...
Nadie está obligado a vivir según el criterio de otros, sino que cada cual es el garante de su propia libertad.
He procurado diligentemente no reírme de las acciones humanas, ni llorarlas, ni abominar de ellas, sino comprenderlas.
El derecho natural de cada hombre no se determina, pues, por la sana razón, sino por el deseo y el poder.
... en el Estado y en gobierno, donde la suprema ley es la salvación del pueblo y que manda, quien obece en todo a la suprema potestad no debe ser considerado como esclavo inútil para sí mismo, sino como súbdito.
... casí todos quieren hacer pasar sus invenciones por palabra de Dios y que no pretenden otra cosa que, so pretexto de religión, forzar a los demás a que piensen como ellos.
No faltaba, además, la causa habitual, que siempre suele encender sin cesar el odio, a saber, su reciprocidad, puesto que las otras naciones no pudieron menos de corresponderles con el odio más terrible.
Existe una percepción en la cual la cosa es percibida por su sola esencia o por el conocimiento de su causa próxima.
Hay que dudar si los apóstoles en sus epístolas profetizan o enseñan.