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Por un lado, nos encontramos con la administración de este hermoso y sutil planeta increíblemente delicado y frágil. Por otro lado, nos enfrentamos a los destinos de nuestros semejantes, a nuestros hermanos. ¿Cómo podemos decir que somos seguidores de Cristo, si esta doble responsabilidad no nos parece a nosotros la esencia y el corazón de nuestra religión?
Barbara Ward
Acaso soy libre si mi hermano se encuentra todavía encadenado a la pobreza.
El mundo moderno no se presta a la admiración acrítica. Se supone que sus ídolos tienen pies de barro y se puede estar razonablemente seguro de que la prensa y las televisiones informan de sus dimensiones exactas.
Los judíos fueron los primeros en creer que la propia historia tiene un significado y que el progreso, no la repetición, es la ley de la vida.
Nos hemos olvidado de ser buenos huéspedes, de cómo caminar ligeramente sobre la Tierra como hacen sus otras criaturas.
Se podría pensar que después del Katrina estaríamos dispuestos a irnos, pero nunca se sabe.
No podemos engañar al ADN. No podemos esquivar la fotosíntesis. No podemos decir que no váyamos a estar condenados al fitoplancton. Todos lestos pequeños mecanismos proporcionan las condiciones de nuestra vida planetaria.
Esta sumisión también perpetúa el mito de que las mujeres deberían someterse y estar al servicio de sus maridos.