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Es tan difícil decir la verdad como ocultarla.
Baltasar Gracián
Acabada la dependencia, acaba la correspondencia, y con ella la estimación. Sea lección, y de prima en experiencia, entretenerla, no satisfacerla, conservando siempre en necesidad de sí aun al coronado patrón.
Sin valor es estéril la sabiduría.
En materia de dar, se estima más el don en fe de la cordura que el gusto dela presteza.
Muchos hay que aborrecen de balde, sin saber el cómo ni el porqué.
Prevén en la fortuna próspera para la adversa.
El mentiroso tiene dos males: que ni cree ni es creído.
Todos los necios son obstinados y todos los obstinados son necios.
Es felicidad juntar el afecto con el aprecio; el amor introduce la lanza y al paso que ésta entra, sale la estimación.
Una mediana novedad suele vencer a la mayor eminencia envejecida.
¿Cuál puede ser una vida que comienza entre los gritos de las madres que la dan y los lloros del hijo que la recibe?
Ser eminente en profesión humilde es ser grande en lo poco, es ser algo en nada.
Hay mucho que saber, es poco el vivir, y no se vive si no se sabe. Hombre sin noticias, mundo a oscuras.
La felicidad de cada uno no consiste en esto ni en aquello sino en conseguir y gozar cada uno de lo que le gusta.
Saber olvidar, más es dicha que arte.
Para el hombre prudente es más fácil prevenir que remediar.
Todo juez de sí mismo halla luego textos de escapatoria.
Para vivir, dejar vivir.
De los amigos maleados salen los peores enemigos.
Bien está dos veces encerrada la lengua y dos veces abiertos los oídos, porque el oír ha de ser el doble que el hablar.
Propóngase cada uno en su empleo los primeros, no tanto para seguir, cuanto para adelantarse.
Una habilidad mediana, con esfuerzo, llega más lejos en cualquier arte que un talento sin él.
Todo cuanto inventó la industria humana ha sido perniciosamente fatal, y en daño de sí misma.
Nunca lo verdadero pudo alcanzar a lo imaginado, porque el fingirse las perfecciones es fácil, y muy dificultoso el conseguirlas.
Pise firme siempre en el medio y no vaya por extremos, que son peligrosos todos.
La compostura del hombre es la fachada del alma.
Es la espera fruta de grandes corazones y muy fecunda en aciertos.
Más puede una lagrimilla mujeril, que toda la sangre que derramó el valor.
Gran médico es el tiempo por lo viejo y por lo experimentado.
Cualquiera vale para enemigo, no así para amigo; pocos pueden hacer bien, y casi todos mal.
El despejo en todo. Es vida de las prendas aliento del decir, alma del hacer, realce de los mismos realces.
Entramos todos en el mundo con los ojos del ánimo cerrados, y cuando los abrimos al conocimiento ya la costumbre de ver las cosas, por maravillosas que sean, no deja lugar a la admiración.
No es tanto la noche para que duerman los ignorantes cuanto para que velen los sabios. Y si el día ejecuta, la noche previene.
Discurren mucho algunos en lo que nada les importa, y nada en lo que mucho les convendría.
Vale más quintaesencias que fárragos.
Todo lo favorable obradlo por sí; todo lo odioso, por terceros.
Su rato ha de tener lo jovial, todos los demás lo serio.
Las palabras son femeninas; los hechos masculinos.
Es mejor consultar las cosas con la almohada a tiempo que perder el sueño por su causa después.
Cuando los ojos ven lo que nunca vieron, el corazón siente lo que nunca sintió.