Imágenes
No tengo nada contra las lumis, ojo. Alguien tiene que parir a ciertos políticos de los que mojan en nuestras diecisiete salsas y nos animan el telediario.
Arturo Pérez-Reverte
Con hombres íntegros pueden quizá ganarse batallas, pero no gobernar reinos.
España es un país en el que las ilusiones se van rápido, las decepciones se acumulan, y en el que cualquier español se da cuenta de que hay algo que está fallando desde hace siglos, lo que produce un cansancio histórico.
La Independencia la hicieron unas clases ilustradas, criollas, mestizas, españoles afincados allí y criollos que decidieron con todo el derecho y legitimidad del mundo que ya estaba bien de depender de los impuestos, las normas, las rigideces impuestas por un sistema económico anquilosado y anticuado que era el que se imponía en España.
Yo nazco en Cartagena, una ciudad a orillas del Mediterráneo con más de tres mil años de historia. Y nazco en una biblioteca, en la de mi abuelo, en donde están las historias de ese mar; las historias de las Cruzadas y de los griegos y del Peloponeso y de la batalla de Salamina. De los corsarios, de los berberiscos... Para mí, el mar es escuela, es memoria, es historia. Y es mi casa.
Soy de los que imaginan a una especie de dios borracho, o bromista cósmico, tronchándose de risa con los afanes de las miserables hormigas que corremos bajo su bota.
Cada vez tienen más sitio los idiotas.
Los libros son puertas que te llevan a la calle. Con ellos aprendes, te educas, viajas, sueñas, imaginas, vives otras vidas y multiplicas la tuya por mil.
En la duda, madrugarle al otro.
Mi honor le defiendo con la razón, la cultura y la palabra.
Y así dábase rienda a una de las mayores aficiones de los españoles, que es vaciar la hiel amargada por los malos gobiernos mostrándose bellacos en la impunidad del tumulto. Pues de todos es sabido que Caín, naturalmente, fue hidalgo, cristiano viejo y nació en España.
En fin, lo que lamento profundamente es que, a partir del siglo XVIII, en España no se hermanara, como hizo la Revolución Francesa, la palabra ciudadano con patria, solidaridad, bien, esfuerzo y memoria común. Aquí no hubo guillotina para obispos, reyes y aristócratas; aquí siempre se ha fusilado a los mismos y de manera equivocada.
¡Las armas al pueblo!... ¡A batirnos!... ¿No son nuestros hermanos?
Creo que la Humanidad se divide básicamente en dos clases de personas: las que saben que van a morir, y las que prefieren no saberlo.
Cada edificio, cada cuadro, cada libro antiguo que se destruye o se pierde, nos hace un poco más huérfanos. Nos empobrece.
La guerra es el estado normal del hombre.
Una chusma de aldeanos embrutecidos e ignorantes, gobernada por curas. Así ha calificado hace poco el Emperador a los españoles, a quienes desprecia -con motivo- por el infame comportamiento de sus reyes, la incompetencia de sus ministros y Consejos, la incultura y el desinterés del pueblo por los asuntos públicos.
No son los tiranos los que hacen esclavos. Son los esclavos los que hacen a los tiranos.
Es posible hablar con extrema dureza de lo que se ama, precisamente porque se ama, y con la autoridad moral que nos confiere ese mismo amor.
Me duele América Latina en general y México es una manifestación más de lo que es Colombia o Venezuela.
Un día, contemplando un cuadro de Rivera, me fijé en una india que cargaba un bebé con ojos azules, y pensé que ahí se explicaba muy bien el mestizaje.
La única salvación posible estriba en dos palabras: educación y cultura.
Me gustan quienes son leales, y en estos tiempos ya ni los perros lo somos.
Yo no tengo ideología, amigo mío. Yo lo que tengo es biblioteca.
Todas las inquisiciones, sin distinción, se basan en el principio de la delación y la cobardía social. Porque lo malo no es siempre el fanático. Peores son quienes no lo son, pero desean congraciarse con él.
Lo agradable de los lugares donde uno recala depende, especialmente, de las personas que allí trabajan y le dan carácter.
Nos hacemos fotos, no con objeto de recordar, sino para completarlas después con el resto de nuestras vidas.
Cuando hablan de celebrar el Bicentenario, yo creo que más que celebrar deberían conmemorar con una misa fúnebre, porque realmente en 200 añosmurieron muchas esperanzas de libertad, de progreso y de justicia y todavía siguen sin estar vivas esas esperanzas.
Durante la mitad de mi vida conviví con perros, y de ellos he aprendido mucho de cuanto sé, o creo saber, sobre las palabrasamor, desinterés y lealtad. Éstas no son frecuentes entre los humanos, al menos las dos últimas; y desde luego, tampoco la primera, amor, en el sentido en que podemos aplicarla a esos nobles animales.
Para el pueblo español, acostumbrado a la obediencia ciega a la Religión y la Monarquía, un título nobiliario, una sotana o un uniforme son la única referencia posible en momentos de crisis.
No hay como el hambre, ¿Verdad?. Para cambiar los puntos de vista.
Lo bueno cuando arde Troya es que nada tienes que perder, pues nada esperas. Casi todo lo que cuento gira en torno a eso. Mis personajes siempre tienen una Troya ardiendo a sus espaldas.
En el fondo, la vida es requetesimple: se divide en gente con la que te ves obligada a hablar mientras tomas una copa, y gente con la que puedes beber durante horas en silencio.
El arte sólo sirve cuando tiene que ver con la vida.
El del español fue siempre un largo y doloroso camino hacia ninguna parte, jalonado de ruindad y de infamia. De que la grandeza, el fulgor de nuestra historia, resulta compatible con nuestra miserable condición humana; y que, paradójicamente, una es complemento o consecuencia de la otra, y viceversa.
Un pueblo honrado no necesita que el gobierno lo divierta, sino que lo deje divertirse.
Cada libro leído es, como cada ser humano, un libro singular, una historia única y un mundo aparte.
El azar es una explicación que sólo tranquiliza a los idiotas.
El más eficaz aliado de los sinvergüenzas siempre fueron los enjambres de tontos que hacen el trabajo sucio. Que les facilitan el trabajo.
Cualquiera que haya leído Historia de España sabe que aquí hemos sido todos igual de hijos de puta.