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En personas de virtudes moderadas la modestia es simple honestidad, pero en los que poseen gran talento es hipocresía.
Arthur Schopenhauer
Una corona de laurel es una corona de espinas revestida de hojas.
Que el mundo tiene sólo una significación física y no moral es el mayor error y el más pernicioso error fundamental, la verdadera perversidad del pensar, y en el fondo, es también lo que la fe ha personificado como el anticristo.
El amor es la compensación de la muerte.
Las más excelsas, las más variadas y duraderas alegrías son las espirituales.
Aunque el mundo contiene muchas cosas decididamente malas, la peor de todas ellas es la sociedad.
Predicar moral es cosa fácil; mucho más fácil que ajustar la vida a la moral que se predica.
Si imagino un objeto, quizá un panorama, y me imagino que en este momento me cortan la cabeza, sé bien que el objeto quedaría invariable: esto indica en lo más profundo que también yo existía todavía. Esto lo comprenderán muy pocos, y para éstos queda dicho.
El desear la inmortalidad para el individuo es realmente lo mismo que desear perpetuar un error por siempre; porque en el fondo cada individualidad es realmente sólo un error especial, un paso falso, algo que mejor no sería, de hecho, algo de lo cual el propósito real de la vida es el sacarnos.
Los judíos son, según dicen ellos, el pueblo elegido de Dios. Es muy posible pero difieren los gustos pues no son mi pueblo escogido. Quid multa? Los judíos son el pueblo elegido por su Dios y él es el Dios escogido por su pueblo: lo que a nadie interesa sino a ellos.
El medio más seguro para no llegar a ser muy infeliz es no pretender ser muy feliz.
Nadie es realmente digno de envidia.
En Roma se entraba en el templo del honor únicamente por medio del templo de la virtud.
Sólo se puede ser totalmente uno mismo mientras se está solo: quien, por tanto, no ama la soledad, tampoco ama la libertad; pues únicamente si se está solo se es libre.
La fe es como el amor: no puede ser impuesta por la fuerza.
Todo amor genuino es compasión, y todo amor que no sea compasión es egoísmo.
Dialéctica Erística es la arte de disputar, y disputar de tal forma, que se gane la disputa.
El honor es la conciencia externa, y la conciencia, el honor interno.
La personalidad del hombre determina por anticipado la medida de su posible fortuna.
Las horas del muchacho son más largas que los días del viejo.
El matrimonio es una celada que nos tiende la naturaleza.
La mosca debe ser tomada como el símbolo de la impertinencia y la audacia; porque en tanto que los demás animales le huyen al hombre más que a otra cosa, y corren antes que él se les acerque, la mosca se posa sobre su nariz misma.
Ojalá que todo pueblo que adora un Dios que hace de los vecinos tierras de promisión encuentre su Nabuconodosor, así como su Antíoco Epifanes, no guardando para con él ninguna consideración.
Por eso es muy importante conocer el arte de no leer. Consiste en no leer lo que preocupa momentáneamente al gran público, como libelos políticos y eclesiásticos, novelas, poesías, etc., algunos de los cuales alcanzan varias ediciones.
Lo que se opone más al hallazgo de la verdad no es la falsa apariencia que surge de las cosas, llevando al error, ni tampoco inmediatamente la debilidad de la inteligencia, sino la opinión presupuesta, el prejuicio que se impone como impedimento a priori a la verdad.
Cada persona sólo debería preocuparse en raciocinar correctamente: para ello primero debería razonar, y después hablar.
En los pequeños detalles y cuando se está desprevenido es cuando el hombre pone de manifiesto su carácter.
Si el ser humano estuviera destinado a pensar, no tendría oídos.
Un obstáculo capital del progreso del género humano es que la gente no escucha a quienes hablan con sensatez sino a quienes hablan más alto.
La gente vulgar sólo piensa en pasar el tiempo, el que tiene talento... en aprovecharlo.
Cuanto más vulgar e ignorante es el hombre, menos enigmático le parece el mundo; todo lo que existe y tal como existe le parece que se explica por sí solo, porque su inteligencia no ha rebasado aún la misión primitiva de servir a la voluntad en calidad de mediadora de motivos.
El hombre que no es castigado no aprende.
No hay mayor goce espiritual que la lectura de los antiguos clásicos: su lectura, aunque de una media hora, nos purifica, recrea, refresca, eleva y fortalece, como si se hubiese bebido en una fresca fuente que mana entre rocas.
Si el placer de los sentidos no ocultase más que la satisfacción de una necesidad imperiosa, sería indiferente la hermosura o la fealdad del otro individuo.
La cólera no nos permite saber lo que hacemos y menos aún lo que decimos.
El hombre no puede, por sí solo, sino muy poca cosa; es un Robinson abandonado; sólo en comunidad con los demás es poderoso.
El defecto fundamental del carácter femenino consiste en que no tiene sentido de la justicia.
Quien mejor sabe acariciar a los hombres (aun cuando sean asquerosas alimañas), ese tiene muchos amigos.
Entiendo por sabiduría el arte de hacer la vida lo más agradable y feliz posible.
Enseña, además mi filosofía, que las manifestaciones aisladas de esta voluntad son puestas en movimiento en los seres conscientes, esto es, en los animales, por motivos, pero que no lo son menos en la vida orgánica del animal y de la planta por excitaciones, y en lo orgánico, por simples causas.