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La fuerza de carácter con frecuencia no es más que la debilidad de sentimientos.
Arthur Schnitzler
En toda relación erótica, los amantes intuyen siempre la verdad, y sin embargo se empecinan en creerse todas las mentiras.
El mareo es al espacio lo que la impaciencia al tiempo.
Pese a la relativa apacibilidad de los austríacos, no me parece en absoluto inconcebible que, llegado el caso, se los pueda azuzar a cometer actos brutales y sangrientos.
Estar preparado es importante, saber esperar lo es aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida.
Estamos hechos para concebir lo inconcebible y soportar lo insoportable. Eso es lo que hace nuestra vida tan dolorosa y al tiempo tan inagotablemente rica.
En las relaciones amorosas hay dos fases que se suceden casi sin solucion de continuidad: una, en la que despues de las discusiones es mejor reconciliarse de inmediato, ya que al fin y al cabo el reencuentro no puede aplazarse demasiado; y otra en la que conviene aprovechar la primera discusion que se tercie como pretexto para la ruptura, ya que esta es inevitable.
La política exterior tiene sus dogmas, como la religión; se llaman poder, expansión territorial y prestigio. Pero igual que los devotos de verdad no son los que siguen al pie de la letra las escrituras, no se encontrará a los mejores patriotas entre los políticos.
Ni te imaginas cuanta gente te rodea cuando crees estar solo con la mujer a la que amas. Les acompañan muchos hombres de los que no sabes nada, sus amantes pasados, y muchos de los que ni siquiera ella sabe nada, sus amantes futuros.
La idea es algo tan divino, que tiene derecho a recibir, incluso a exigir sacrificios voluntarios. Pero cuántas veces en el curso de la historia ha sido rebajada a la categoría de ídolo ante cuyo altar se sacrificaban niños inocentes.
La fe y la duda no tienen mucho que ver con el intelecto ni con el carácter. Son estados de espíritu. Por eso no son constantes, y siempre existe una predisposición hacia uno u otro de ellos. La experiencia personal ha convertido a más de un creyente en escéptico y a más de un escéptico en creyente.
Si cultivas con excesivo mimo el jardín secreto de tu alma, puede llegar a hacerse demasiado exuberante, a desbordar el espacio que le corresponde y, poco a poco, a invadir otras regiones de tu alma que no estaban llamadas a vivir en secreto. Y así puede ser que tu alma entera acabe convirtiéndose en un jardín cerrado y, pese a su esplendor y su perfume, sucumba a su propia soledad.
Tolerancia significa disculpar los defectos de los demás; tacto, no reparar en ellos.
El público es más inteligente de lo que él mismo cree, pero no hay que decírselo, porque si no se vuelve aún más impertinente de lo que es de por sí.
La sensualidad nos quería persuadir de que estábamos enamorados, pero la razón se resistía al engaño. Entonces la fantasía brindó su oportuna ayuda.
Desde el punto de vista de la economia de las relaciones humanas, es preferible unirse a una persona poco de fiar pero tierna que a una persona fría pero digna de confianza. Contra las personas poco fiables hay un remedio: conocer a los seres humanos; en cambio, la frialdad acaba congelando irremediablemente todo vinculo hasta condenarlo a la esterilidad.
Si se te ocurre alguna vez criticar a un colectivo, siempre serán sus peores representantes los que se den por aludidos, y, para disimular, te acusarán de calumniar precisamente a aquellos en los que no pensabas al formular tu juicio.
Quién sabe si no será misión de toda comunidad viviente, microbiana o humana, acabar destruyendo el mundo en el que habita, sea un ser humano, sea el universo.
La tolerancia frente a la intolerancia es el peor de todos los crímenes. Ni siquiera la intolerancia es tan grave.
Dos personas que se proponen entenderse la una a la otra hasta lo más hondo son como dos espejos frente a frente que se arrojan sin pausa, cada vez desde más lejos, sus propias imágenes, desesperados por ver más, hasta perderse en el horror de una distancia irremediable.
¿No se adhiere usted a ningún partido? No, quiero seguir pudiendo despreciar a todos los sinvergüenzas, y especialmente a los de ideas parecidas a las mías.
Siempre ha habido santos, pero ¿quién está realmente cualificado para canonizarlos?
Las despedidas siempre duelen, aún cuando haga tiempo que se ansíen.
En un mundo de injusticia, la justicia ha de parecer injusta por necesidad casi matemática.
Nuestra intuición de Dios es una prueba insuficiente de su existencia. Hay otra más sólida: nuestra capacidad de dudar de él.
¿Has comprendido? ¿Has perdonado? ¿Has olvidado? ¡No te confundas! Lo que pasa es que has dejado de amar.
Las riñas amorosas raramente acaban en una paz verdadera; normalmente se trata de un simple armisticio que se conceden mutuamente las paces para enterrar a sus muertos. Luego, cuando se reanuda la batalla, vuelven a sacar a la luz hasta a los muertos, y continúan luchando envueltos en vapores de descomposición.
Lo mejor que dos amantes pueden llegar a ser el uno para el otro con el paso del tiempo: sucedáneos de sus sueños o símbolos de sus anhelos.
Cuesta mucho distinguir a los estúpidos que se hacen pasar por canallas de los canallas que se hacen pasar por estúpidos. Por eso siempre será difícil juzgar bien a los políticos.
Las disputas en las relaciones amorosas siempre surgen, en el fondo, de los fundamentos en que estas se basan.
Si te sientes propenso a la reconciliación, pregúntate, ante todo, qué es lo que te ha hecho tan manso: la mala memoria, la comodidad o la cobardía.
En la vida de toda persona aparecen una y otra vez, bajo las figuras más diversas, los tipos que le corresponden: el padre, la madre, el amigo, el traidor, la amiga, la amante.
Lo que determina el ambiente de un país siempre es por fuerza la política, no la ciencia ni las artes. La política es un proceso continuo, que pende constantemente sobre nuestra cabeza como el horizonte; está ahí, queramos verlo o no, igual que está ahí el clima, aunque no haga frío ni amenace tormenta.
Siempre me ha parecido sospechoso que los creyentes contemplen la duda como un defecto del carácter, y que los escépticos vean la fe siempre como un síntoma de pobreza intelectual.
Quien cree en Dios, le reza. Quien lo sabe, trabaja.
La conspiración de los pueblos contra los poderosos es un hecho ocasional; lo normal en el mundo es la conspiración de los poderosos contra los pueblos. Aun durante la guerra más sangrienta, el rey de un país se siente más cercano al rey del país enemigo que a su caballerizo mayor, su primer ministro o su ayuda de cámara, aunque sea inconscientemente.
Dos personas se acercan hacia nosotros por la carretera, y. Sus siluetas se recortan fantásticamente contra el horizonte. Pero si aplaudiéramos, no lo entenderían, porque no saben nada de su relación con el horizonte.
Toda guerra se inicia con los pretextos más nimios, se continúa por motivos de peso y se concluye con las excusas más falaces.
Toda superioridad fisica es perecedera, porque está fisiológicamente condenada a agotarse, mientras que la inteligencia se renueva una y otra vez por sí misma. Y por eso al fin ha de imponerse a la violencia, aunque sólo sea por medio de la palabra, nacida inmortal de su seno.
El diccionario de la guerra lo han hecho los diplomáticos, los militares y los gobernantes. Deberían corregirlo los que regresan de las trincheras, las viudas, los huérfanos, los médicos y los poetas.