Imágenes
Miles de soles lejanos no disipan la noche.
Antonio Porchia
El hombre, cuando es solamente lo que parece ser el hombre, casi no es nada.
Ir derecho acorta las distancias y tambien la vida.
Has venido a este mundo que no entiende nada sin palabras, casi sin palabras.
Un poco de ingenuidad nunca se aparta de mí. Y es ella la que me protege.
Quien hace un paraíso de su pan, de su hambre hace un infierno.
Cuando tu dolor es un poco mayor que mi dolor, me siento un poco cruel.
Casi no he tocado el barro y soy de barro.
No podrá esperarte más. Porque has llegado.
Si yo fuese como una roca y no como una nube, mi pensar, que es como el viento, me abandonaría.
Algunas cosas se hacen tan nuestras que las olvidamos.
Sí, ya he oído todo. Ahora sólo me falta callarme.
Sí, trataré de ser. Porque creo que es orgullo no ser.
Trátame como debes tratarme, no como merezco ser tratado.
Quien te quiere, si te quisiera solamente a ti, no podría quererte, porque no sabría como a quién ni como a qué quererte.
Y si crees que eres como cualquier ser, como cualquier cosa, eres todos los seres, todas las cosas. Eres el universo.
Y si llegaras a hombre, ¿a qué más podrías llegar?
Cuando comienzan a vernos como esto, como aquello, comienzan a no vernos.
Porque crees que me has comprendido has dejado de comprenderme.
Situado en alguna nebulosa lejana hago lo que hago, para que el universal equilibrio de que soy parte no pierda el equilibrio.
Comencé mi comedia siendo yo su único actor y la termino siendo yo su único espectador.
Lo eterno es el producto de efímeras vidas.
La flor que tienes en tus manos ha nacido hoy y ya tiene tu edad.
A veces de noche, enciendo la luz para no ver mi propia oscuridad.
Mueren cien años en un instante, lo mismo que un instante en un instante.
Sí, son millones de estrellas. Y millones de estrellas son dos ojos que las miran.
Cuando tú y la verdad me hablan, no escucho a la verdad. Te escucho a ti.
El dolor no nos sigue: camina adelante.
Y si no pudiera alejarme de mí, no podría acercarme a nadie, a nada. Ni a mí.
Las alturas guían, pero en las alturas.
Una luz que alumbra muchos caminos, no alumbra un camino.
Comprendo que la mentira es engaño y la verdad no. Pero a mí me han engañado las dos.
Una flor en la mano muere, apagando una estrella.
Lo que dicen las palabras no dura. Duran las palabras. Porque las palabras son siempre las mismas y lo que dicen no es nunca lo mismo.
Quieren que me haga diferente. Y sin ellos hacerse diferentes y sin nada hacerse diferente. ¿Y de qué me haría diferente?
El hombre vive midiendo, y no es medida de nada. Ni de sí mismo.
El hombre no va a ninguna parte. Todo viene al hombre, como el mañana.
Uno siempre puede sentir lo que es a veces, no lo que siempre es.
El humano juzga todo en el minuto presente sin entender que juzga solo un minuto: el minuto presente.
A veces estoy como en un infierno y no me lamento. No encuentro de qué lamentarme.