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El mal que no he hecho, ¡cuánto mal ha hecho!
Antonio Porchia
No hallé como quien ser, en ninguno. Y me quedé, así: como ninguno.
Hay caídos que no se levantan para no volver a caer.
En plena luz no somos ni una sombra.
Desde hace mil años que me pregunto: ¿qué haré ahora? Y aún no necesito responderme.
Hallarás la distancia que te separa de ellos, uniéndote a ellos.
Iría al paraíso, pero con mi infierno; solo, no.
El amor que no es todo dolor, no es todo amor.
Todos pueden matarme, pero no todos pueden herirme.
Cuando me hiciste otro, te dejé conmigo.
Dirán que andas por un camino equivocado si andas por tu camino.
Lo que no se convierte en recuerdo, no fué.
Cuando no puedes hacerme reír o llorar, sólo puedes cansarme.
Lo que hay fuera de mí es una imitación mal hecha de lo que hay dentro de mí.
Sí, esto está mal. Pero estuvo bien. Y ahora no comprendo cómo pudo estar bien. Y ahora no comprendo cómo puede estar mal.
Si el hombre tuviese alas, bajaría más.
Todo es como los ríos, obra de las pendientes.
La has llamado con los mejores nombres y aún no la quieres. Es que aun te falta llamarla con los peores nombres para quererla.
Pequeño es aquel que para mostrarse, esconde.
La razón se pierde razonando.
Toda persona anónima es perfecta.
Entra una nueva pena y las viejas penas de la casa la reciben calladas, no muertas.
Quien ha visto vaciarse todo, casi sabe de qué se llena todo.
Nadie es luz de sí mismo: ni el sol.
No ves el río de llanto porque le falta una lágrima tuya.
Hallé lo más bello de las flores en las flores caídas.
Cien hombres, juntos, son la centésima parte de un hombre.
Con las palabras que no he dicho he desarmado mis armas.
Estoy tan poco en mí, que lo que hacen de mí, casi no me interesa.
Sin esa tonta vanidad que es el mostrarnos y que es de todos y de todo, no veríamos nada y no existiría nada.
No me hables. Quiero estar contigo.
Durmiendo sueño lo que despierto sueño. Y mi soñar es continuo.
Si nunca me olvidase de nada de lo que hay en vos, nunca hallaría nada nuevo en vos.
Y sin ese repetirse eternamente de todo, de sí mismo a sí mismo, a cada instante, todo duraría un instante. Hasta la misma eternidad duraría un instante.
Cuántos, cansados de mentir, se suicidan en cualquier verdad.
A veces creo que el mal es todo y que el bien es sólo un bello deseo del mal.
Antes de recorrer mi camino yo era mi camino.
Dios mío, casi no he creído nunca en ti, pero siempre te he amado.
Quien dice la verdad, casi no dice nada.
Sí, están equivocados, porque no saben. Y si supieran... Nada. Ni estarían equivocados.