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El lenguaje de los economistas, que se ven a sí mismos como científicos, consistía en la reiteración de unas cuantas metáforas simples: la desaceleración de un vehículo que ha avanzado a gran velocidad durante mucho tiempo.
Antonio Muñoz Molina
La única manera de predicar la democracia es con el ejemplo.
Tan difícil como pasear libremente por el campo en Estados Unidos es ejercer de verdad la libertad de expresión en España.
Callarse es un acto de prudencia, una medida terapéutica, una silenciosa afirmación.
En el momento en que por desgana o por cobardía o por comodidad o por negligencia la libertad de expresión deja de ejercerse ya se ha empezado a perder.
En la España alucinada de todos estos años la comunicación sobre las cosas ha sido mucho más importante que las cosas mismas, hasta el punto de que ya no se podía distinguir entre un hecho real y lo que se llamaba su impacto mediático.
Una cultura personal se adquiere con mucho tesón y mucho esfuerzo a lo largo de la vida, igual que se adquiere la destreza para tocar un instrumento o hablar un idiomaextranjero.
Y si hay algo en España de lo que no se puede disentir es del totalitarismo de la fiesta, en el que se confunden con entusiasmo idéntico la izquierda y la derecha.
Es extraordinario cómo pasamos por la vida con los ojos entrecerrados, los oídos entorpecidos, los pensamientos aletargados.
Creo que el edificio de la civilización está siempre en peligro de derrumbarse y que hace falta una continua vigilancia para sostenerlo. Lo inaudito puede siempre suceder. Lo que parecía inimaginable porque era infernal se convierte en cotidiano. De un día para otro un país civilizado y desarrollado puede hundirse en la barbarie.
La ruina en la que nos ahogamos hoy empezó entonces: cuando la potestad de disponer del dineropúblico pudo ejercerse sin los mecanismos previos de control de las leyes; y cuando las leyes se hicieron tan elásticas como para no entorpecer el abuso, la fantasía insensata, la codicia, el delirio - o simplemente para no ser cumplidas.
No debería importar que alguien fuera de izquierdas o de derechas o españolista o separatista para escandalizarse por igual de que se gaste mucho menos dinero en investigación científica que en fiestas patronales o en subvenciones a partidos de fútbol o corridas de toros.
Me gustaba ese sentido protestante de la responsabilidad personal, tan ajeno a quien se ha educado en un país católico y autoritario, en el que la mejor razón para cumplir una norma es sentir en la nuca los ojos del que puede castigar, y en el que la trapacería picaresca se ha celebrado con más júbilo que la honradez.
No se puede seguir reduciendo indefinidamente el presupuesto de la justicia o de la educación, la paga de los policías, la dotación de los servicios de incendios, el número de camas o de turnos de médicos o de quirófanos en un hospital.
La pertenencia a la colectividad civil no es genética, ni antropológica, sino jurídica.
La democracia tiene que ser enseñada, porque no es natural, porque va en contra de inclinaciones muy arraigadas en los seres humanos.
Es muy difícil no pertenecer a un grupo, a una tribu, a una patria, a lo que sea, con tal de que sea seguro y colectivo, de que ofrezca una protección incondicional, si bien al precio de abdicar del derecho al librepensamiento.
Nada dura, salvo la ignorancia, y lo más nuevo se vuelve enseguida obsoleto...
En una sociedad sólida los méritos están muy repartidos y el protagonismo de lo que sale bien casi nunca corresponde a quien ostenta un cargo público.
En España ha habido demasiados siglos de dictaduras y de intolerancia como para que arraigara la libertad de pensamiento, y la democracia no ha durado lo bastante como para habituarnos al ejercicio verdadero de la libertad de expresión.
Cuando la barbarie triunfa no es gracias a la fuerza de los bárbaros sino a la capitulación de los civilizados.
No se trata de renunciar a lo que uno es: es aceptar la parte en la que nos parecemos a otros, lo que tenemos en común que nos constituye tanto como lo que nos diferencia.
Hace falta una serena rebelión cívica que a la manera del movimiento americano por los derechos civiles utilice con inteligencia y astucia todos los recursos de las leyes y toda la fuerza de la movilización.
Lo que tarda tanto en llegar es igual que si no hubiera llegado, peor incluso, porque el cumplimiento a destiempo de lo que tanto se deseó acaba teniendo un reverso de sarcasmo.
Necesitamos que la actividadpolítica esté sujeta de verdad a los controles simultáneos de la legalidad y de la crítica.
Cuanto más larga es la ausencia más duradera es la extrañeza de volver.
Los efectos del amor o de la ternura son fugaces, pero los del error, los de un solo error; no se acaban nunca, como una cavernícola enfermedad sin remedio.
Europa es una isla de bienes públicos, libertades individuales y protección social en un planeta cada vez más dominado por los poderes financieros y por países que combinan el despotismo político y el capitalismo salvaje.
No se puede olvidar el valor y la precariedad de lo bueno que se ha conquistado porque entonces se olvidará también la necesidad de su defensa constante.
Contra lo que creen los partidarios de las esencias y las identidades, se está cambiando siempre, y por lo tanto se puede cambiar a mejor, y casi sin darse cuenta. Lo que es impensable se vuelve común; lo que es tan común que nadie se fija, un poco después se ha vuelto inaceptable.
Leer es el único acto soberano que nos queda.
El pueblo asegura el abrigo inmediato de lo colectivo y lo inmemorial, el halago de compartirvalores ancestrales. La ciudadanía, por comparación, ofrece poco más que intemperie, y cada una de sus ventajas posibles está sometida al contratiempo de la responsabilidad y la incertidumbre.
El creyente no puede concebir que alguien honradamente o en su sano juicio no lo sea. Quien disiente del nacionalismo ha de ser sin remedio un nacionalista español. Y casi nadie está dispuesto a sobrellevar este estigma. No ser nacionalista en España es casi peor que ser aguafiestas.