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... irritada contigo porque eras incapaz de vislumbrar que era a ti a quien necesitaba, que estar con ellas era una forma de serte fiel, de gritarte -Te amo.
António Lobo Antunes
Un faro latía en las rocas, azulando la noche con una pupila que se abría y cerraba al iluminar los árboles, las dunas y un haz de sombras que se desplazaba despacio, sembrado de escamas.
Una mujer desgastada por cincuenta años de desilusiones ya ni siquiera menstruando, ya ni siquiera mujer, que desistiera de defenderse de la edad con cremas y pintura.
Pero no se asemejaba a un profeta, se asemejaba a un mendigo recogido por caridad en un asilo, a uno de esos que se arrastran por la avenida y duermen, cubiertos de periódicos, dentro de embalajes de cartón.
Con fe y pedagogía adecuada hasta el espíritu más rebelde se somete, señor teniente coronel.
El libro esta terminado cuando no te quiere más.
A pesar del verdugón en el cuello y de los hombros crispados, pensé se ha dormido, ha fingido que se ahorcaba para intentar engañarme, y entonces me acerqué a él, le puse el pulgar en la frente y estaba fría y con manchas color de vino en la raíz del pelo, y las botas en el extremo de las piernas, margarida, se me figuraron vacías como los zapatos de los mendigos.
Su voz, semejante al principio al chasquido de los arbustos, tardó en volverse real mediante metamorfosis que mi tronco parecía acompañar, alargándose y reduciéndose con un murmurar de vértebras.
No es coraje, es elegancia. Quizá la elegancia es la forma suprema del coraje o el coraje es la forma suprema de elegancia.
En mis primeras obras intentaba trabajar con un plan muy detallado, supongo que porque tenía mucha más inseguridad que hoy y entonces pensaba que un plan tan estudiado me iba a ayudar. Pero eso no es verdad.
El amigo de la infancia que triunfa, consciente de su papel de amigo de la infancia que triunfa.
Cada mujer es la primera mujer.
El hecho de que aceptaras a mujeres en Carcavelos, advirtiendo que me acostaba con ellas y sin hablar de eso, sin hablar nunca de eso a pesar de que eso te angustiaba, irritada contigo porque eras incapaz de vislumbrar que era a ti a quien necesitaba, que estar con ellas era una forma de serte fiel, de gritarte - Te amo.
Coincido con escritores que hablan mal de otros escritores; suelen ser autores menores, claro, porque los escritores realmente buenos no son envidiosos.
Cuando voy a una fiesta, al pasar una hora me quiero ir, me parece estar perdiendo el tiempo, pienso que estaría mejor en casa viendo un buen partido de fútbol o un buen combate de boxeo... Las cosas sociales me aburren. Coincido con escritores que hablan mal de otros escritores; suelen ser autores menores, claro, porque los escritores realmente buenos no son envidiosos.
Detesto la intimidad de la tristeza, detesto lo que en el miedo existe de untuoso, lo que en la desesperación existe de obsceno.
Aprendí a estar siempre agradecido a la gente; hoy lo estoy a quienes pierden conmigo su tiempo y su dinero... Se lo debo todo; a mí me produce pavor la sensación de defraudar a quienes confían en mi obra.
... y en medio de violonchelos y pianos Carlos Gardel cantando, en la buhardilla de Benfica, Lejana Tierra Mía, con una voz que hería como un cuchillo cavando un surco entre tendones y músculos, entre huesos pulidos y cartilagos que chascaban.
La casa, dios mío, rodeada de petreles sobre el acantilado y los vapores del océano, de portones batidos por el viento y cortinas en pedazos, con el anuncio hotel central en semicírculo en la fachada y los tres de la policía secreta, siempre de negro, con el brazo en alto al modo nazi, que bebían, en la salita de estar, la malta de la mañana.
A veces la crítica escribe sobre personajes que ella misma inventa y sobre libros que también inventa, y no sobre personajes reales o libros reales.
El ruido se inicia en el instante en el que las personas se callan y oímos los pensamientos moverse dentro de ellas como las piezas, que intentan ajustarse, de un motor averiado.
Es evidente que el proceso del presunto terrorista, se encuentra, como es obvio, bajo secreto de sumario, y no hay nada que la democracia precie más que la independencia de los tribunales y el secreto de sumario.
... e imaginé a otro hombre con las falanges rozando el suelo y respirando por medio de agallas eléctricas que le insuflaban aire en los pulmones muertos.