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El aconsejar es un oficio tan común que lo usan muchos y lo saben hacer muy pocos.
Antonio de Guevara
La sabiduría no está en los hombres canos, sino en los libros viejos.
Si la mujer no se corrige por lo que le dicen, nunca se enmendará por lo que la amenacen.
A los buenos amigos no es suficiente iluminarles el camino, hay que apartar de él también todo lo que pueda hacerles tropezar.
El buen juez no ha de torcer las leyes a su condición, sino torcer su condición conforme a las leyes.
Los que se enamoran muy deprisa suelen aborrecerse muy despacio.
Lo que al caballero le hace ser caballero es ser medido en el hablar, largo en el dar, sobrio en el comer, honesto en el vivir, tierno en el perdonar y animoso en el pelear.
No hay mayor tentación que no ser tentado.
La crianza y el buen comedimiento más honra al que la hace que no al que se le hace.
En el buen caballero, aunque se encuentre algo reprensible, nada hay que afearle.
Las guerras, para ser buenas, las han de encomendar a los dioses, aceptarlas los príncipes, justificarlas los filósofos y ejecutarlas los capitanes.
A los cordiales amigos no basta alumbrarles por do vayan sino que les hemos de quitar los tropiezos a do tropiecen.
La mayor merced que Dios hace a un viejo es darle a conocer que ya es viejo.
En la corte es llegada a tanto la locura, que no llaman buen cortesano sino al que está muy adeudado.
La cosa más necesaria de que el cortesano tiene necesidad es tener en la corte un fiel y verdadero amigo, no para que le lisonjee, sino para que le reprenda.
El corazón que está lleno de miedo, ha de estar vacío de esperanza.
No hay en el mundo cosa más cara que la que con ruegos se compra.
¡Cuántos en las cortes tienen oficios preeminentes, a los cuales en una aldea no les hicieran alcaldes!.
Al hombre que hace todo lo que puede no debemos decirle que no hace todo lo que debe.