Imágenes
Un artista debe vivir con los ojos abiertos. Pero nunca, por más apremiante que sea la realidad, debe abandonar el arte.
Antonio Berni
El artista está obligado a vivir con los ojos abiertos y en ese momento la dictadura, la desocupación, la miseria, las huelgas, las luchas obreras, el hambre, las ollas populares crean una tremenda realidad que rompían los ojos.
El arte no es ajeno a toda la experiencia propia de la vida del hombre. Ser artista no equivale, como muchos creen, a estar encasillado en una especulación abstracta específica, fuera del mundo natural que nos rodea.
El surrealismo en ese momento era toda una visión del arte y del mundo; era la corriente que representaba a toda una juventud, su estado artístico, su situación interna después de terminada la primera guerra mundial. Era un movimiento dinámico y realmente representativo.
El artista, el escritor, tienen que estar en la calle y meter la calle en los libros y en los cuadros.
Mirando a los clásicos descubrí que en sus grandes composiciones mantienen siempre latente, escondido o visible, una particular y honda significación.
El arte y la moral, la forma y la esencia, en ciertos momentos de alto desarrollo, toman caminos independientes.
El surrealismo fue un campo de experimentación para mí, como lo fue el cubismo, si vamos al caso, porque yo estaba abierto a todo, lo estudié a fondo, aunque por esos años el cubismo ya había dicho todo lo que tenía para decir, ya había llegado a su cúspide, tanto en Braque, como en Juan Gris y en el mismo Picasso.
No era ni soy un hombre de partido; estuve y estoy profundamente interesado en la política, ciertamente, pero no adhería a ninguna estructura partidaria; sí, en cambio, a las luchas antiimperialistas y de liberación de los pueblos sometidos.
Para alcanzar la verdadera creación debemos intentar, en líneas generales, asimilar todo el acaecer artístico experimentado por la cultura universal.
No se puede perder de vista el hecho de que somos un país dependiente, colonizado también en materia cultural. Tampoco se debe olvidar el grado absurdo de oscurantismo y de quedantismo que nos regía a nosotros, y que nos sigue rigiendo, en verdad.
El arte es una respuesta a la vida. Ser artista es emprender una manera riesgosa de vivir, es adoptar una de las mayores formas de libertad, es no hacer concesiones. En cuanto a la pintura es una forma de amor, de transmitir los años en arte.
Cuando gané la beca y me fui a Europa también llevaba influencias desde aquí, y vinieron otras y otras. Era la etapa de formación, y así sucede siempre. Después viene la etapa de elaboración personal y de afirmación, a partir de todos esos conocimientos, de todas esas experiencias.
Mi surrealismo era combativo y revolucionario, el de ahora es estático y conservador.
Mi herramienta y mi praxis es el arte; como artista y ciudadano asumí compromisos con esas luchas y creo haber contribuido a hacer que se tome conciencia de los graves y acuciantes problemas de la explotación, de las condiciones indignas en que deben vivir el trabajador y su familia en la sociedad burguesa y de muchas otras cosas más.