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El ser humano está dotado de libre albedrío, y puede elegir entre el bien y el mal. Si sólo puede actuar bien o sólo puede actuar mal, no será más que una naranja mecánica.
Anthony Burgess
El mundo es uno, y es una la vida. La actividad más dulce y celestial participa en alguna medida de la violencia.
Es la cobardía innata del novelista, que delega en personajes imaginarios los pecados que él tiene la prudencia de no cometer.
¿Qué quiere Dios? ¿El bien o que uno elija el camino del bien? Quizás el hombre que elige el mal es en cierto modo mejor que aquel a quien se le impone el bien.
¿Tiene mayor mérito sufrir los tormentos de la mente o con tronante cañón combatir el agitado piélago y poner fin en lo futuro a toda lucha...?
Todos solemos utilizar las palabras mal y malvado sin estar dispuestos a definirlas. No son exactamente sinónimos de malo, porque no podemos hablar de una naranja malvada, salvo en lenguaje poético, ni de una interpretación malvada al violín. Desde luego, no son sinónimos de error ni equivocado.
La bondad es algo que uno elige. Cuando un hombre no puede elegir, deja de ser hombre.
No quieren libertad: lo que quieren es estabilidad. Y no se pueden tener las dos cosas al mismo tiempo.
He tenido una vida más llena que otras. Al ser poeta, la he vivido intensamente.
Ser más raro que una naranja mecánica, quiere decir que se es extraño hasta el límite de lo extraño.
El amor parece inevitable, necesario, un proceso tan natural y tan sencillo como la respiración, pero por desgracia...
El hombre que no puede elegir ha perdido la condición humana.
La violencia acaba por aburrirlo y reconoce que es mejor emplear la energía humana en la creación que en la destrucción.
Reconozco que estoy mejor que la mayoría, pero no me parece que haya renunciado a la agonía y la angustia que acosa a los hombres y mujeres esclavos de unas vidas que no han escogido y obligados a vivir en unas comunidades que odian.
El mantenimiento de una sociedad compleja depende cada vez más del trabajo rutinario, un trabajo sin chispa ni creatividad.
Pero lo que hago lo hago porque me gusta.
Lo que he escrito, escrito está. Podemos destruir lo que hemos escrito, pero no podemos borrarlo.
No tienes por qué protestar, muchacho. Elegiste, y esto es el resultado de tu elección. Lo que venga ahora es lo que elegiste tú mismo.
Usted viva su vida; nadie puede hacerlo por usted.
Una de las tareas del novelista es intentar entender lo que no puede entender.
A veces siento un deseo de aniquilación inmediata, pero el impulso de seguir vivo siempre se impone.
La vida consiste en adaptarse y volver a adaptarse.
Es probable que no estemos obligados a amar la música de Beethoven ni a odiar la Coca-Cola, pero cabe la posibilidad, al menos, de que estemos obligados a desconfiar del Estado.
Que tienen su premio los que nunca pecan en contra de la estabilidad, aquellos que nunca juegan con el peligroso fuego del matrimonio, cuya vida y matrimonio son sólidamente firmes y al mismo tiempo no están desprovistos de emoción e interés, fundamentalmente porque su trabajo significa algo para la comunidad y para ellos mismos.