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La vida se trata de cerrar los ojos y abrir las manos. Todo lo demás está hecho de rencor y rencillas. No vale la pena detenerse en eso.
Ángeles Mastretta
La única fidelidad se la debemos al cuerpo que habita nuestros deseos.
El arte necesita una dosis de dolor.
Quién sabe por qué la vida suele ponerles trampas a quienes mirados desde fuera no pueden ser sino pareja el resto de sus vidas, pero se ha dicho que tal sucede y está visto que no sólo ellos, sino algo del mundo se entristece cuando se pierden uno al otro.
Yo diría que quien ha merecido la dicha puede soportar la desgracia, y que toda emoción santifica.
Preferible encontrar a tiempo la mitad del infierno, que esperar para siempre la gloria de lo que no existiría.
Afirma un genio del buen decir que la calentura, como el poder, ofusca a los inteligentes y a los pendejos los vuelve locos.
Es ley que de puro enamorado se llegue a no sentir hambre, ni cansancio, a no tratar con el tiempo y sus desmanes, a ser dueño de la luz y de la noche.
Cuando los hombres inventan irse de repente, cuando pasan sin aviso de la adoración al desapego, es cuando ven a su mujer más crecida de lo que soportan.
Los ricos de pueblo son casi tan pobres como los pobres.
Vagos hay en todas partes y no empobrece nunca quien se dedica a entretenerlos.
Según la terapeuta se nos dan las relaciones disfuncionales, pero qué saben las terapeutas, lo mismo que antes sabían los curas. Nada. A veces oír. Disfuncionales somos todos.
La vida valdrá la pena mientras haya en el mundo seres capaces de hacer magia cuando profesan una pasión.
Ésa es una suerte de las viudas, ningún contratiempo les impide mejorar al hombre con el que convivieron y entre más tiempo pasa, mejor recrean el mundo idílico que alguna vez soñaron.
La libertad viene de la luz que tienen dentro quienes nacen con ella puesta.
Los desórdenes a veces enmiendan el desorden.