Imágenes
Lo que hay, amigo mío, es que los jóvenes han vuelto la espalda a la juventud y prefieren a sus alegrías las utilidades de la vejez.
Andrenio
El amor es cruel; pone en ridículo a los que ya no sirven para sus designios.
Los hombres que cuentan sus conquistas o describen los encantos de las mujeres que les han concedido o arrendado sus favores, me parecen tan mal educados como los que eructan en público.
Una parte de nuestro ser se convierte en vía pública, por donde puede pasar todo el mundo, sin exceptuar los asnos.
¿Hay cosa más ridícula que una visita de cumplido, en que si es invierno hablamos del frío y si es verano del calor?
Todo eso son paradojas, es decir, el arte de tomarle el pelo al sentido común.
Todos los que han creído las mentiras de un charlatán se ven obligados a sostenerlas, para no confesar que han sido unos imbéciles. Creer una verdad es un acto natural que no nos compromete; creer una mentira es una simpleza que cuesta trabajo reconocer. Por eso, las mentiras se defienden con más tenacidad que las verdades.
La dulzura del vivir se hace más intensa cuando no caminamos ya impetuosamente hacia lo futuro, y el hombre gusta de detenerse y quisiera volver atrás.
El aprendizaje de los ojos, de la visión exterior y también de la interna, se hace muy despacio. Suele ser al declinar de la vida, cuando el espectáculo del mundo y el de nosotros mismos adquiere una voluptuosidad penetrante, un sabor desconocido en los años de la mocedad, cuando la acción nos absorbe y no hemos aprendida aún a pararnos a ver.