Imágenes
Allí estaban de nuevo los bosques de robles, en las laderas los chopos orgullosos, afilándose, verdes. En grupos, y, no obstante, cada uno de ellos respirando su soberbia soledad, como los mismos hombres. Aquellos hombres de Artámila.
Ana María Matute
Mientras haya un poeta, la poesía existirá.
Escribir es siempre muy difícil, sobre todo hacerlo de forma aparentemente sencilla.
En un ser humano la lealtad es muy importante.
El escritor nace, no se hace: es una cuestión de ser o no ser.
La ilusión por la vida nos hace soportar la proximidad de la muerte.
La infancia no es una etapa de la vida: es un mundo completo, autónomo, poético y también cruel, pero sin babosidades.
Siempre he creído, y sigo creyendo, que la imaginación y la fantasía son muy importantes, puesto que forman parte indisoluble de la realidad de nuestra vida.
Es un tópico decirme que me identifico más con el libro que estoy escribiendo en este momento. Pero no solo me pasa con los libros que escribo, sino también con los que leo, incluso de mis autores favoritos. Hay momentos en que una se siente más cercana a determinados libros, es algo variable.
Se es de donde se quiere ser, y se pertenece a quienes se desea pertenecer... Lo mismo al revés.
Escribir para mí no es una profesión, ni siquiera una vocación. Es una manera de estar en el mundo.
La palabra es lo más bello que se ha creado, es lo más importante de todo lo que tenemos los seres humanos. La palabra es lo que nos salva.
Yo no escribo para ganar dinero, pero si escribo y tengo que comer, es mejor si me pagan.
El mundo hay que fabricárselo uno mismo, hay que crear peldaños que te suban, que te saquen del pozo. Hay que inventar la vida porque acaba siendo verdad.
Cuando uno es joven, se come la fruta verde, ¡y da unos cólicos! Y cuando se llega a mi edad, se la come uno en sazón. Y está muy bien.
Hablar de lo que uno está escribiendo es como destapar un frasco de un perfume precioso: el aroma se evapora. Hay que mantenerlo cerrado y escribir, es lo mejor.
A veces la infancia es más larga que la vida.
Me parecería una auténtica falta de cortesía que Dios no existiera.
El dolor es más llamativo que la felicidad.
Yo soy una desarraigada nata. Yo voy conmigo a todas partes. Mi mundo soy yo, mis sueños. Cuando voy a un país o a cualquier sitio, yo lo transformo en lo que a mí me interesa, y dejo lo que no me interesa: no lo veo.
Un libro no existe en tanto alguien no lo lea. Y nunca nadie lee el mismo libro.
No debemos olvidar que lo que el espejo nos ofrece no es otra cosa que la imagen más fiel y al mismo tiempo más extraña de nuestra propia realidad.
El día que yo piense que he escrito algo perfecto, estaré muerta. (como escritora)
El tiempo lo cura todo, pero también lo quema todo. Lo bueno y lo malo. Te arranca de la memoria cosas que quisieras tener ahí. El tiempo se lo lleva.
La literatura es el sentido mágico de la vida.
Escribir es siempre protestar, aunque sea de uno mismo.
Escribir es también una forma de protesta. Casi todos los escritores comparten el malestar con el mundo.
Para un escritor, no hay universidad ni escuela que enseñe lo que enseña la vida.
Si no hubiese podido participar del mundo de los cuentos y si no hubiese podido inventarme mis propios mundos, me habría muerto.
Maestros, modelos, estudios nunca estorban y pueden ayudar; pero no crean.
Escribir no es solamente una profesión y una vocación: es una forma de ser y de estar.
Nunca me he desprendido de la infancia, y eso se paga caro. La inocencia es un lujo que uno no se puede permitir y del que te quieren despertar a bofetadas.
La vida de papel es una vida múltiple y privada a la vez que sólo puede proporcionar las páginas de un libro.
El que no inventa, no vive.
La palabra es la alarma de los humanos para aproximarse unos a otros.
Lo políticamente correcto casi nunca es literario.