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Cuando eres joven, derrochas. Quieres mostrar de lo que eres capaz. Pero cuando te vas haciendo mayor, aprendes a dosificar, a darle a cada cosa lo que se necesita en ese momento.
Ana Belén
No soy una gran estrella, sólo soy una mujer que se dedica a una profesión que adora a la que dedica mucho tiempo y con unos horarios un poco raros. Nada más.
El teatro es una extensión de la vida. El actor está mintiendo con la verdad. Si tienes que matar en un escenario, no matas de verdad, pero tú sí estás trabajando con la verdad de unas emociones. El teatro lo entiendo como pura emoción.
El mayor triunfo como actriz o como artista está ahí: en perdurar. Y si es en activo, aportando lo que llevas dentro; lo mejor de ti, y tu experiencia, mejor que mejor.
Es básico mirar a los ojos y saber escuchar. He tenido la suerte de compartir escenario con actores que trabajan con la verdad, y la verdad tú la estás viendo a través de los ojos, ves todo lo que está pasando por el interior de esa persona, te está dando cosas, tú las estás recibiendo; y tú tienes que escuchar y que reaccionar en base a toda esa generosidad de emociones.
Quieres que sean felices, que tengan una buena vida, que no cometan tus errores. Y no lo hacen: cometen los suyos. En el fondo creo que subyace el deseo de que no crezcan; de que estén siempre a nuestro lado. Pero cuando ves que tus hijos son felices, con sus vidas, sus responsabilidades, entonces la relación fluye y evoluciona con naturalidad.
Pero es que he tenido un autor en casa. Yo he visto, he estado presente en cada una de las canciones que Víctor ha parido. Yo sé cómo las hace, sé lo que le cuesta, sé lo que es ser autor, y la grandeza y la dificultad que esto conlleva.
Me gusta mucho la gente imprescindible, el artista. Reconozco su valor y pienso que es un regalo para los que estamos alrededor. Es una alegría que exista gente así, que tenga esa grandeza, porque son grandes en lo que hacen, en lo que piensan. Es una suerte. Por su sabiduría, su sensibilidad.
Esta profesión no acabas de aprenderla nunca. Siempre tienes una sensación, primero de precariedad, y eso es muy bueno para sentir que la tierra no es firme. Y luego, una sensación de aprendizaje perenne, de que no lo sabes todo.
Mi vida se centra en esto: en la búsqueda de la mayor cantidad de momentos en los que estar bien conmigo misma. De placer. De estar con los amigos, la familia, ver una buena película o una exposición de pintura. De viajar...