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Mi trabajo es a dedicación plena.
Amancio Ortega
Voy a seguir trabajando hasta el final.
Lo peor es la autocomplacencia. En esta compañía nunca nos hemos confiado. Yo nunca me quedaba contento con lo que hacía y siempre he tratado de inculcar esto mismo a todos los que me rodean.
Lo que la empresa necesita se lo damos todos los días.
Delegaba lo que no me gustaba, los temas fiscales, de finanzas y de recursos humanos. Y me involucraba en lo que me gustaba, la distribución y el producto. Ahora lo estoy pasando bárbaro con las obras.
Mi universidad es mi profesión.
Si no hay crecimiento, una compañía se muere. Una empresa tiene que estar viva por la gente que tiene.
No necesitamos consultores. ¿O resulta que van a conocer más nuestro negocio unas personas que no lo viven día a día, como nosotros?
El crecimiento de fábricas, centros de distribución, tiendas, etc... es un mecanismo de supervivencia. Sin esa capacidad extra de activos no existe la flexibilidad.
Mi prioridad permanente es la compañía. Lo mío es vocación empresarial. El empresario de antes no me gustaba.
Damos la responsabilidad de una tienda que vende 30 millones de euros a una persona de 25 años, que es la que dirige una tienda.
La puerta mejor cerrada es aquella que puede dejarse abierta.
Al hablar de mi trayectoria se repite mil veces que empecé a trabajar a los 13 años. Es verdad, pero no se añade que, como no podía hacerlo todo, no estudié lo suficiente. Ahora lo echo en falta.
Las cosas son fáciles, rebuscamos demasiado. Hablar tanto es negativo... Hay que poner diariamente la organización boca abajo. Y hay que inventarse de vez en cuando una suspensión de pagos. El éxito nunca está garantizado.
Hay que crecer para sobrevivir.
Yo quería ser un empresario diferente. Quería cambiar socialmente el mundo del empresario. En estos momentos es cuando veo mis carencias.
El optimismo es negativo.
Si he ganado tanto dinero ha sido porque mi objetivo no ha sido nunca ganar dinero.
Lo importante es marcarse metas en la vida y poner toda tu alma en cumplirlas.
Estaba trabajando como dependiente y pensé que no era justo que solo las personas adineradas pudiesen vestir bien.
Siempre había soñado con abrir una tienda frente a los almacenes Harrods.
La compañía va muy bien porque cada uno tiene claras sus funciones.
Los resultados no son tan importantes, nunca los miro. Si acaso, al cabo de tres o cuatro meses, Pablo Isla, el consejero delegado, me los enseña.
Lo que hacemos es innovar y no mirar los resultados.
Dar autonomía real a las personas es clave. Damos autonomía cien por cien a todo el mundo. Un control anual y punto, eso es lo que me gustaría que me hicieran a mí
Antes venía los sábados y los domingos y hacía las colecciones. Ahora no diseño, desde hace unos años no estoy en las colecciones.