Imágenes
Decíamos y es verdad, que éramos un pueblo intuitivo que nos gustaba mucho improvisar, pero para improvisar hace falta mucho talento, y ese talento creativo que tiene que anidar en el cine se ha perdido.
Alfredo Landa
El cine ha estado en crisis toda la vida.
El sentido del humor consiste en saber reírse de las propias desgracias.
Todos los días al acostarme hablo con Manolo (así llamo a Dios) y le digo: Oye, que me va muy bien así, pero que si me fuera un poquito peor, no pasaría nada ¿eh?
Si no hubiera sido actor, mi vida hubiera sido un desastre.
Nunca he consentido que mi ego me pueda.
Un año hice teatro, Ninette y un señor de Murcia, en doble sesión de tarde y noche durante 11 meses, y rodé cinco filmes. Casi no dormía. Tenía 29 años, y a esa edad se hace de todo si se tiene ilusión. El carburante te hace hacer de todo.
Para las chicas era tímido como un violetita, pero jugando al fútbol era una bestia parda. Me desfogaba yo allí de mala manera.
Quiero ser como un vagabundo, pero con más medios: no haré nada, solo vivir y observar. No echaré de menos la interpretación.
Con mi feura y mi figura física no puedo ser nunca un héroe. Soy un anti-héroe.
Nunca se puede decir de esta agua no beberé, porque la vida da muchas vueltas, y luego puedes tener mucha sed.
Los premios y los reconocimientos hay que aceptarlos y no ponérselos encima. Eso es vital: no creérselo. En cuanto te lo creas, malo, malo.
Antes loco que recibir el Goya de manos de Garci.
Voy a vivir mi vida, y si hay que terminar, pues se termina, que tampoco pasa nada.
Todo el mundo tiene un hobby: unos coleccionan sellos, otros monedas, otros mariposas... Pero, en mi caso, mi hobby ha sido mi profesión.
El reino que defiendo a ultranza es el Reino de Navarra. Soy navarro de pura cepa, como mi madre. El navarro es noble, leal, va de frente y es amigo de sus amigos.
Soy un privilegiado porque he hecho lo que me ha dado la gana y eso vale mucho.
El landismo ha marcado. Y aunque muchos se han referido a él peyorativamente, con el paso de los años la cosa ha cambiado, y hoy se habla de él como un fenómeno de sociedad.
A veces me he puesto a considerar mi vida y me he preguntado: Y si no hubieses sido actor, ¿qué coño habrías sido?. Y me he contestado: ¡Habrías sido un gilipollas!
Me encantan los premios. Y si se inventan uno para el tío que mejor ponga el termómetro, pues también quiero que sea mío, hombre. Los premios son el reconocimiento de algo que has hecho bien, y eso es bonito.
Me parece maravilloso que una película sea una españolada.
¡Yo es que he sido muy feliz, mecagüen la leche! Nunca he renegado de las cosas, y lo he pasado de cojones.
Parece que decir adiós es algo negativo, y no.
Uno nace cómico, y punto. Y lo demás son sólo buenos intentos.
El tiempo lo desgasta todo. También la ilusión. Tengo 74 años y cada vez veo y oigo menos.
Sacar de un drama la ternura y la risa es lo más hermoso de esta profesión. Y ternura la tenemos todos, ¿eh?, hasta Al Capone.
Los españoles no tenemos ningún sentido del humor, sino un sentido trágico de la risa. En vez de quitarles aristas a la vida, le añadimos unas cuantas más.
Con el respeto se va al fin del mundo. Pero la gente no me hace caso.
El papel de mi vida ha sido el rebufo que he dejado en la profesión. Eso es lo bueno, el que todo el mundo teóricamente hable bien de mí, me considere y me respete.