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Si la poesía imitase a la Naturaleza, el hombre escucharía el sonido de una lengua ignota.
Alfred de Vigny
Nunca he encontrado un hombre de quien no haya aprendido algo.
Después de la muerte, la gloria, probablemente, no se siente en absoluto; en vida, muy poco.
Para los hombres, la única cosa esencial es la de matar el tiempo. En esta vida, cuya brevedad cantamos en todos los tonos, nuestro mayor enemigo es el tiempo, del que siempre abundamos en demasía.
Sólo el silencio es grandioso; todo lo demás es debilidad.
Las personas fuertes crean sus acontecimientos; las débiles sufren lo que les impone el destino.
La vida es demasiado corta como para perder una parte preciosa fingiendo.
No se debe tener ni amor ni odio hacia los hombres que están en el gobierno. Se debe tener para ellos el mismo sentimiento que se tiene por un cochero; conduce bien, o conduce mal, eso es todo.
No existe ningún hombre que tenga el derecho de despreciar a los hombres.
El honor es la poesía del deber.
Puesto que no podemos sustraernos al dolor común, no lo hagamos mayor con nuestras quejas sin fin.
El hombre fuerte crea los acontecimientos, y el débil soporta lo que el Destino le impone.
La mujer, de un modo o de otro, es siempre una Dalila.
El único momento de una obra es aquel en que la escribimos.
Un libro es una botella arrojada al mar en la que esta etiqueta se adjuntarán: ábrala quien pueda.
El querer lo es todo en la vida. Si queréis ser felices lo seréis. Es la voluntad la que transporta las montañas.
La historia es una novela escrita por el pueblo.
La prensa es una boca forzada a estar siempre hablando. En consecuencia habla una y mil veces aún sin tener nada que decir.
Vigila tu vida y no renuncies por nada a tu albedrío; no imites a esos malos comediantes que sólo pueden cantar en el coro. El hombre es un aprendiz, y el dolor es su amo.
Es tan débil el hombre, que cuando alguno de sus semejantes se presenta clamando: "Yo lo puedo todo", como Bonaparte, o: "Yo lo sé todo", como Mahoma, puede darse ya casi por vencedor. Tal es la causa del éxito de tantos aventureros.
La mujer es demasiado libre. Todos sus vicios nacen de su libertad, del lugar, demasiado amplio, que ocupa en la vida, y del no tener nada que hacer.
Cada hombre es testigo de la pared que limita su espíritu.
El gobierno menos malo es aquel que se hace menos ostentación, que se hace sentir menos y que resulta menos caro.
Ocurren en la historia negros aniversarios, cuyo espectro retorna para turbar el presente.
La esperanza es la mayor de nuestras locuras.
El trabajo es un olvido activo que conviene a todo pecho esforzado.
El hombre es un milagro químico que sueña.
El ejército es una nación dentro de la nación. Un vicio de nuestra época.
La esperanza es la fuente de todas nuestras cobardías.
Amad lo que nunca volveréis a ver.
¡Oh poesía! ¡Oh tesoro! ¡Perla del pensamiento!
Ciudadano verdaderamente libre es aquel que no depende de los gobiernos ni les debe nada.
El hombre es un aprendiz y el dolor es su amo.
El amor es una fuente inagotable de reflexiones: profundas como la eternidad, altas como el cielo y grandiosas como el universo.
Una vida lograda es un sueño de adolescente realizado en la edad madura.
El fuerte hace su destino; el débil sufre el que le impone la suerte.
La existencia de soldados es, además de la pena de muerte, la más siniestra muestra de barbarie humana.
Cuando ves lo que somos y lo que representa la vida, sólo el silencio es grande, todo lo demás es debilidad.
El día en que no quede entre los hombres ni entusiasmo, ni amor, ni adoración, ni abnegación, cavemos hasta llegar al centro de la tierra, echemos allí unos millones de barriles de pólvora, y ¡que reviente como una bomba en mitad del firmamento!
Los actores son muy felices, porque tienen una gloria sin responsabilidad.