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Tengo el deber de exponer las cosas como son, no como deberían ser.
Alexander Hamilton
En política, como en la religión, es igualmente absurdo hacer proselitismo ha fuego y espada.
Todas las comunidades se dividen en los pocos y los muchos. Los primeros son los ricos y los otros son masa del pueblo.
Gobernar implica el poder de hacer leyes.
Teniendo en cuenta la naturaleza humana, ejercer el poder sobre el sustento de un hombre equivale a ejercer el poder sobre su voluntad.
Si nos inclinamos demasiado hacia la democracia, pronto caeremos en la monarquía.
No es la tiranía lo que deseamos, sino la paz justa, limitada y un gobierno federal.
La experiencia muestra que los hombres en gran medida son gobernados por lo que están acostumbrados a ver y practicar, que las más simples y evidentes mejoras en las labores más ordinarias se adoptan con indecisión, resistencia y gradualmente.
¿Por qué ha sido instituido el gobierno? Porque las pasiones de los hombres no se ajustan a los dictados de la razón y la justicia sin una fuerza coercitiva.
El falso amor no es inmortal como el verdadero amor; su luz se extingue tan luego como se apaga el deseo.
La fuente fundamental de todos sus errores, sofismas y razonamientos falsos, es un total desconocimiento de los derechos naturales de la humanidad.
Una deuda nacional, si no es excesiva, será una bendición nacional.
Los hombres son animales razonables regulados por el impulso de la pasión.
Cuando la riqueza aumente y se concentre en pocas manos, cuando el lujo se imponga en la sociedad, la virtud será considerada en mayor grado un simple y elegante apéndice de la riqueza, y la tendencia será alejarse de los valores republicanos.
Los carácteres experimentales son pequeñeces. Cuando queremos saber de dónde sopla el viento, no tiramos al aire un guijarro, sino una pluma.
La justicia es el fin del gobierno.
El origen de todos los funcionarios del gobierno, justamente establecidos, debe ser un pacto voluntario entre los gobernantes y los gobernados, y debe ser objeto de esas limitaciones, que son necesarias para la seguridad de los derechos absolutos de estos últimos.
Es una verdad indiscutible que el conjunto del pueblo de cada país desea sinceramente su prosperidad; pero es igualmente irrefutable que no posee el descernimiento y la estabilidad necesarios para un gobierno sistemático.
Cuando se empuña la espada, las pasiones de los hombres no tienen límites.
Su pueblo, señor Presidente, es una gran bestia.