Imágenes
Trata al buen vino como a la mujer, con delicadeza, sin golpearla, y cuando lo bebas, dedícale algunas palabras agradables, hasta los vinos aprecian esto.
Alejandro Dumas
La felicidad hace buenos incluso a los malos.
Las heridas morales tienen la particularidad de que se ocultan, pero no se cierran; siempre dolorosas, siempre prontas a sangrar cuando se les toca, quedan vivas y abiertas en el corazón.
El mundo es un salón del que es preciso salir cortés y honrosamente, es decir, saludando y pagando las deudas del juego.
Hay dos miradas: La mirada del cuerpo puede olvidar a veces, pero la del alma recuerda siempre.
No llego a comprender por qué, siendo los niños tan inteligentes, los adultos son tan tontos. Debe ser fruto de la educación.
Dios ha querido que la mirada del hombre fuese la única cosa que no se puede ocultar.
Se puede olvidar a Dios en los días felices, pero cuando el infortunio llega, siempre es preciso volver a él.
Haz aquello que puedas decir.
Todo cabe en lo breve. Pequeño es el niño y encierra al hombre; estrecho es el cerebro y cobija el pensamiento; no es el ojo más que un punto y abarca leguas.
Las madres perdonan siempre: han venido al mundo para eso.
El matrimonio es una cadena tan pesada que para llevarla hace falta ser dos y, a menudo, tres.
El mayor delito es el suicidio, porque es el único que no da lugar al arrepentimiento.
Cuando el amor desenfrenado entra en el corazón, va royendo todos los demás sentimientos; vive a expensas del honor, de la fe y de la palabra dada.
Resulta bastante raro que, en un momento dado, se encuentre, bajo la mano de Dios, un gran hombre para ejecutar una gran acción, y por eso, cuando se produce por casualidad esta combinación providencial, la Historia registra en el mismo instante el nombre de ese hombre elegido, y lo recomienda a la posteridad.
¿Los negocios? Muy sencillo: el dinero de los demás.
El bien es lento porque va cuesta arriba. El mal es rápido porque va cuesta abajo.
La vida humana se halla dividida en dos fases distintas: los primeros treinta y cinco años son para la experiencia, y el resto, para el recuerdo.
El África comienza en los Pirineos.
No olvides nunca que los demás cuentan contigo y que tú no puedes contar con ellos.
Prefiero los malvados a los imbéciles, porque aquellos, al menos, dejan algún respiro.
En amor, quien duda acusa.
Ahora los que queda es esperar.
Para las notas particulares, y que deseo llamen la atención, me punzo los dedos y escribo con mi sangre.
Para toda clase de males hay dos remedios; el tiempo y el silencio.
Hay mujeres que quieren tanto a sus maridos que, para no usarlos, toman el de sus amigas.
Guárdate de las mujeres hasta los veinte años y aléjate de ellas después de los cuarenta.
Si dais la impresión de necesitar cualquier cosa no os darán nada; para hacer fortuna es preciso aparentar ser rico.
¿Negocios? Muy simples: y con el dinero de otros.
Mi padre era un mestizo, su padre era un negro y su abuelo un mono; parece que mi familia dio comienzo en el mismo punto que la vuestra.
Creemos, sobre todo porque es más fácil creer que dudar, y además porque la fe es la hermana de la esperanza y de la caridad.
En los negocios no existen los amigos: no hay más que clientes.
La experiencia y la filosofía que no conducen a la indulgencia y a la caridad, son dos adquisiciones que no valen lo que cuestan.
La vejez no podría soportarse sin un ideal o un vicio.
Dinero: Un buen siervo pero un mal amo.
La vida es fascinante: sólo hay que mirarla a través de las gafas correctas.
Tus amargos momentos tienen tiempo para convertirse en dulces recuerdos.
La cadena del matrimonio pesa tanto que es preciso sean dos para llevarla, y, a veces tres.
Por bien que uno hable, si habla en demasía acabará diciendo alguna necedad.
El tiempo solo se calcula por la felicidad o por el dolor.