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Así como las personas que mueren en su plenitud nos ahorran el recuerdo de su vejez, los amores interrumpidos abruptamente siguen viviendo en nuestro corazón; no como brasas agonizantes, sino como horrorosas llamas que queman cada noche.
Alejandro Dolina
La sorpresa constante no sorprende.
Sólo los sueños y los recuerdos son verdaderos, ante la falsedad engañosa de lo que llamamos el presente y la realidad.
No se puede ser artista si no se ha perdido algo, los poemas de amor satisfecho aparecen como una compadrada de mercaderes afortunados.
Toda alegría no es más que un olvido momentáneo de la tragedia esencial de la vida.
La obra no puede ser mejor que el artista.
La ignorancia es mucho más rápida que la inteligencia. La inteligencia se detiene a cada rato a examinar; la ignorancia pasa sobre los accidentes del terreno que son las nociones a gran velocidad, y jamás hay nada que le llame la atención. Así llega rápidamente a cualquier parte... especialmente a las conclusiones.
Yo tengo mucho cuidado con los pensamientos de orgullo propio porque conozco a tantos idiotas que se creen los reyes del corso que quién me asegura a mí que no soy uno más de ellos.
Algunas cosas las ignoro, otras no las se y la mayoría ni las sospecho.
La esperanza prospera aún bajo las condiciones más inadecuadas.
Yo se que estaré a salvo del olvido, pues viviré en su alma eternamente.
Algunos estamos condenados a ser ese segundo microbio que viene a provocar un resfriado que ya estaba.
Nos vemos a nosotros mismos como seres reales, pero quizá somos nuestros propios y engañosos espejismos.
El ama de casa es también un ser humano... o poco menos. Esta frase la dice en forma de humor en un segmento de su programa de Radio.
El universo es una perversa inmensidad hecha de ausencia. Uno no está en casi ninguna parte.
El arte y el amor son las pocas posibilidades de encuentro que el universo presenta.
Somos simples sombras que nacen y mueren porque sí.
Cuánto más inteligente, profunda y sensible es una persona, más probabilidades tiene de cruzarse con la tristeza.
En el amor no existe el libre albedrío, nadie puede decidir de quién va a enamorarse.
Hay para cada hombre una mujer, una sola, que reúne todas las virtudes que ese hombre sueña... Pero el destino ha decidido que nunca jamás se crucen los caminos de ningún hombre con la mujer que para él fue concebida.
Las obras terminan cuando nosotros queremos. La vida, en cambio, sigue más allá de lo bello y de lo bueno y termina en el momento menos conveniente, deshilachada, incompleta, prosaica.
Para una mujer, no hay nada peor, nada que la moleste más, que un hombre que quiere ser y no es. Que no es, y hace fuerza por ser.
El oráculo no adivina el futuro: sólo ejerce un arte del enunciado en el que ningún hecho sobreviniente puede contradecirlo.
Las mujeres son la causa de todas las acciones de los hombres. Hablo porque hay mujeres escuchándome.
Uno se da cuenta que ha terminado la juventud cuando uno no está en ninguna parte. Los jóvenes están en lugares, y las personas que han dejado de serlo ya empiezan a estar ausentes.
Nadie debe confundir el amor con la dicha. Al contrario: a veces se piensa que amor y pena son una misma cosa.
Uno entra al baile y no espera comprensión.
Todos estamos condenados a un hechizo cósmico. El universo es irremediablemente fugitivo. Nadie puede detenerse.
La inminencia es mas importante que el momento mismo.
No hay sueño más grande en la vida que el Sueño del Regreso. El mejor camino es el camino de vuelta, que es también el camino imposible.
Cuando uno transita por un súbito desamor siente que el mundo se termina.
Cualquier cosa es preferible a esa mediocridad eficiente, a esa miserable resignación que algunos llaman madurez.
Después de cortejar a todas las mujeres que se me cruzaron obtuve los siguientes resultados: el 30% ha decidido ignorarme, el resto, ha decidido imitarlas.
Se ha dicho, que el hombre hace todo lo que hace con el único fin de enamorar mujeres.
El amor depara dos máximas adversidades de opuesto signo: amar a quien no nos ama y ser amados por quien no podemos amar.
El aventurero actual ha aprendido a contentarse con sombras de emoción. La televisión y el cine son sus melancólicos proveedores de asombro.
Las líneas de las manos no son otra cosa que la consecuencia de que la mano se cierra por la palma.
La envidia es acaso el peor de los pecados. El goloso come, el lujurioso verifica el acto venereo, el avaro toma su dinero; en cambio el envidioso se reseca en... Bueno, su envidia.
No soy sólo esta colección de actos cotidianos, soy esto que escribo también... Por favor quiérame.
Si nos espera el olvido, tratemos de no merecerlo.