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En las discusiones es característico de las mujeres el rendirse ante cada uno de vuestros sucesivos argumentos y luego, de un salto, escabullirse de la conclusión.
Albert Guinon
Entre ciertos políticos, el deshonor constituye como un lazo de familia.
¡Cuánto más fácil es mostrarse bueno con una mujer por la que no se siente ningún afecto, que con aquella a la que se ama!
Gracias a la instrucción hay menos analfabetos y más imbéciles.
A fuerza de conceder derechos a todo el mundo, la democracia es el régimen que mata con mayor seguridad la bondad.
La cobardía tiene sobre el valor una gran ventaja: la de encontrar siempre una excusa.
Cuando una mujer discute con un hombre, el tener razón no es una conclusión que ella saca, sino, casi siempre, un regalo que ella espera.
Cuando las mujeres entran a desempeñar oficios de hombres, ¡qué pronto se apropian todos sus defectos!
Para muchos, la moral no es otra cosa que las precauciones que se toman para transgredirla.
La más segura señal de una naturaleza inferior es querer no parecer sorprendido de nada.
El peligro de los representantes del pueblo es que con harta frecuencia se limiten a representarlo en sus defectos...
Hay que ser indulgentes con aquellos a quienes amamos. Lo malo es que, a fuerza de indulgencia, acaba por perderse el amor.
El verdadero secreto de la felicidad consiste en exigir mucho de sí mismo y muy poco de los otros.
Cuando no se elige al más animal de todos, parece que no es realmente democracia.
De todos los cambios de régimen, el único que realmente teme el orador político es aquel que le impidiese hablar.
Ciertas mujeres no quedan satisfechas con ninguna prueba de amor, si no ven al hombre humillado.
Cuando desinteresadamente quieras procurar la felicidad de los demás, trata primero de convencerlos de que obras por propio interés; sin esta condición, desconfiarán de ti.
El procedimiento más seguro de hacernos más agradable la vida es hacerla agradable a los demás.
Casi siempre son nuestros padres y nuestros amigos quienes más nos quieren y menos nos comprenden.
El avaro experimenta a la vez todas las preocupaciones del rico y todas las penalidades del pobre.