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De los resistentes es la última palabra.
Albert Camus
El gran deseo del corazón inquieto es el de poseer interminablemente al ser que ama.
El único problema filosófico verdaderamente serio es el Suicidio. Juzgar si la vida es o no digna de vivir es la respuesta fundamental a la suma de preguntas filosóficas.
Después de cierta edad un hombre es responsable de su cara.
Pensábamos que la felicidad es la mayor de las conquistas, la que hacemos contra el destino que se nos impone. Ni siquiera en la derrota nos abandonaba esa añoranza.
Al principio de las plagas, y cuando han terminado, se hace siempre algo de retórica. Es en el mismo momento de la desgracia cuando uno se acostumbra a la verdad, es decir, al silencio.
La gente nunca está convencida de tus razones, de tu sinceridad, de tu seriedad o tus sufrimientos, salvo sí te mueres.
Quien carece de valentía encuentra siempre una filosofía que lo justifica.
Todas las desgracias de los hombres provienen de no hablar claro.
Si el hombre fracasa en conciliar la justicia y la libertad, fracasa en todo.
Todos los seres normales habían deseado más o menos la muerte de aquellos a quienes amaban.
La verdadera generosidad, en relación con el futuro, consiste en dárselo todo al presente.
Inocente es quien no necesita explicarse.
No hay nada más despreciable que el respeto basado en el miedo.
Cuán duro, cuán amargo es llegar a ser hombre.
El Acto más importante que realizamos cada día es tomar la decisión de no suicidarnos.
Llega siempre un tiempo en que hay que elegir entre la contemplación y la acción.
El gran Cartago lideró tres guerras: después de la primera seguía teniendo poder; después de la segunda seguía siendo habitable; después de la tercera ya no se encuentra en el mapa.
La política y la suerte de la raza humana son formadas por hombres sin ideas y sin grandeza. Aquellos que tienen grandeza dentro de sí mismos no hacen la política.
Para la prensa, como para el hombre, la libertad sólo ofrece una posibilidad de ser mejor; el servilismo no es más que la certidumbre de ser peor.
Sigo creyendo que este mundo no tiene un sentido superior. Pero sé que en él algo tiene sentido.
No es el sufrimiento del niño lo que subleva, sino el hecho de que no esté justificado.
Hoy ha muerto mamá. O quizá fue ayer. No lo se.
El que mata o tortura sólo conoce una sombra en su victoria: no puede sentirse inocente. Necesita, pues, crear la culpabilidad en la víctima.
El artista debe estar siempre con aquellos que padecen la historia, no con los que la hacen.
Lo que sé, lo que es seguro, lo que no puedo negar, lo que no puedo rechazar, eso es lo que importa.
¿Qué es la felicidad salvo la simple armonía entre una persona y la vida que lleva?
Los artistas piensan según las palabras y, los filósofos, según las ideas.
La verdad, como la luz, ciega. La mentira, por el contrario, es un bello crepúsculo que realza cada objeto.
Los mitos tienen más poder que la realidad. La revolución como mito es la revolución definitiva.
He comprendido que hay dos verdades, una de las cuales jamás debe ser dicha.
No puedes adquirir experiencia haciendo experimentos. No puedes crear la experiencia. Debes experimentarla.
Incluso, en algunos casos, continuar, simplemente continuar, se vuelve sobrehumano.
El deseo físico brutal es fácil. Pero el deseo al mismo tiempo que la ternura requiere tiempo. Es preciso atravesar toda la región del amor antes de encontrar la llama del deseo.
No se trata de saber si persiguiendo la justicia lograremos preservar la libertad. Se trata de saber que, sin la libertad, no realizaremos nada y perderemos a la vez la justicia futura y la belleza antigua.
El deber es lo que esperas de los demás.
Crear, es vivir dos veces.
Los tristes tienen dos motivos para estarlo: ignoran o esperan.
Con la rebelión nace la conciencia.
Al principio de las catástrofes, y cuando han terminado, se hace siempre algo de retórica. En el primer caso, aún no se ha perdido la costumbre; en el segundo, se ha recuperado. Es en el mismo momento de la desgracia cuando uno se acostumbra a la verdad.